Y ahora, la oposición ¿qué?

“Combatamos con claridad de inteligencia

y decisión de voluntad el terrible determinismo político

que está representado por el

sistema oficial y su aparente omnipotencia”

Abel Vicencio Tovar

      Con el hecho histórico de la toma de protesta de la primera presidenta de México, inicia el segundo piso de la cuarta transformación. En estos días, las noticias se desarrollan alrededor de este hecho. Todo mundo espera ver señales del “estilo personal de gobernar” del que hablaba Daniel Cosío Villegas. Sin embargo, en dos días de gobierno solo hemos atestiguado la continuación, en femenino, de su antecesor. Ninguna intención de diálogo ni algún guiño con la oposición; se sigue refiriendo a amlo como presidente; presenta los 100 compromisos de su gobierno como hace 6 años; ya inició “las mañaneras del pueblo”; ya dio la instrucción a su secretario de hacienda de endeudar más al país; y ya visitó Acapulco, en idéntica forma que su mesías: solo ir a la base naval número 12, sin acudir a la zona devastada ni atender a los damnificados. Si, es el segundo piso de más de lo mismo.

 

      ¿Y la oposición? Callada, aguantando vara, sin hacer olas, cuidando las formas, tal vez apabullada por la inmensa diferencia de fuerza y votos con respecto al oficialismo. Qué diferencia de la oposición hace 18 años cuando las huestes del perredismo de aquel entonces, con amlo como líder, trataron de evitar la toma de posesión de Felipe Calderón. Es de suponer que los opositores están dando la batalla en las cámaras de diputados y senadores, pero lo que digan, ahí se queda, no trasciende, nadie afuera se entera. No hay canales de comunicación de sus líderes hacia los militantes, menos aún hacia los ciudadanos en general. Hay quienes se preguntan si todavía existe la oposición, y si es así, donde está y a qué le tira. En política se suele hablar del círculo rojo y del círculo verde. El primero se refiere al mundo donde se toman las decisiones en este país, donde está la clase política y los grandes líderes de todo tipo que influyen en el devenir del país. En cambio, el círculo verde se refiere al resto de la sociedad, a quienes sufren o se benefician de las decisiones del círculo rojo. Al ciudadano de a pie que le interesa la política, pero poco puede influir, o a los millones que les tiene sin cuidado hacia dónde va México.

 

      Pues bien. Al parecer, la batalla en el círculo rojo esta pérdida por mucho. La oposición poco puede hacer y menos influir. La aplanadora oficialista se presenta como una fuerza hegemónica, sin fisuras, sin dudas. Sabe exactamente lo que quiere y va por ello. A la oposición solo le queda, si bien le va, ganar los debates y perder las votaciones. Pero al parecer ni eso logra. Desolador. Al menos así se ve desde la sociedad civil. Sin embargo, ¿qué hay del círculo verde? Hay más de 60 millones de ciudadanos que no votaron por Morena. Veinte que votaron por la oposición y 40 que no les interesó acudir a las urnas el 2 de junio. Si la batalla en el círculo rojo está prácticamente perdida, ¿no sería inteligente para la oposición dirigir sus baterías hacia el círculo verde? Obviamente habrá que seguir luchando con todo lo que se pueda en el círculo rojo, sobre todo defendiendo a la Suprema Corte de Justicia, a los organismos autónomos, a señalar los errores, omisiones y acciones del oficialismo que llevan a México al precipicio. Pero hay un campo inmenso de posibilidades si dirigimos nuestra mirada a ese círculo verde que está de espectador, que representa un gran potencial si se le sabe escuchar, entender y crear políticas públicas que le hagan sentido, que les llame la atención, que los mueva a salir de la desesperanza o del conformismo.

 

      Si queremos resultados diferentes, sería una ingenuidad seguir haciendo lo mismo de siempre. Las circunstancias han cambiado. Debemos enfocarnos en acciones diferentes para lograr resultados diferentes. En primer lugar, trabajar con los militantes de cada partido. Recomponer la casa, ser congruentes entre lo que se dice y se hace, definir un proyecto de nación, abrirse a la ciudadanía, crear mensajes y canales de comunicación sencillos, entendible, pegadores, que atrapen e involucren a los mexicanos. Trabajar en tierra, con suela, sudor y saliva. Inteligencia, audacia, perseverancia. Hay mucho por hacer. Empecemos.