Xóchitl convence. Claudia compra

“El optimismo es la fe que conduce al éxito.

Nada puede hacerse sin esperanza y confianza.”

 Helen Keller

      Hoy inician las campañas federales y la cuenta regresiva hacia la victoria. Ya no hay mañana. Es ahora o nunca. Contamos con poco más de 90 días para darle la vuelta a todas las encuestas y lograr el cambio del rumbo que nuestro país necesita. Solo hay de dos sopas: Dictadura o Democracia. Totalitarismo o División de Poderes. Sumisión o Estado de Derecho. Comunismo trasnochado o un México con Vida, Verdad, Libertad.  A pesar de todos los escándalos de corrupción, de ligas con el narcotráfico, de derrumbes en las obras emblemáticas apenas inauguradas, de los pésimos resultados en el sector salud, del creciente militarismo que amlo prometió regresar a los cuarteles, a pesar de todo eso, la cuatrot sigue teniendo apoyo de millones de mexicanos. ¿En verdad es posible ganar estas elecciones? El panorama no esta nada fácil. Nadie dijo que sería sencillo derrotar a esta maquinaria de corrupción y complicidades. Pero de que se puede, se puede. Si lo hicimos en el año 2000, por supuesto que lo lograremos en el 2024. Claudia tiene el dinero, Xóchitl, la esperanza. Claudia busca el segundo piso de la cuatrot. Xóchitl, el cambio hacia un México aspiracionista, moderno, donde se respeten la división de poderes y los organismos autónomos. La candidata oficial trae a los programas sociales, a 23 gobernadores, a miles de “servidores públicos” recorriendo las calles asegurando la intención de voto para ellos. Incluso traen a cárteles narcotraficantes que buscan imponer candidatos afines a ellos. En síntesis, traen el dinero, mucho dinero para comprar conciencias.

 

      Xóchitl trae a millones de ciudadanos que ya saben lo que es vivir bajo un gobierno morenista y no están dispuestos a seguir haciéndolo. Ahí están millones de arrepentidos, que votaron por amlo y que quedaron profundamente decepcionados. Están los familiares de las víctimas de la estrategia “abrazos, no balazos”, de familiares de los miles de muertos por el pésimo manejo de la pandemia y por la falta criminal de medicinas. Los millones de agraviados con la desaparición de fideicomisos, los ataques a la ciencia, a la educación, a las Iglesias, las madres buscadoras de sus desparecidos, Hay que ir por ellos. De eso se trata la campaña. De convencerlos de que sí hay de otra. Xóchitl ha dejado en claro de que está dispuesta a darlo todo hasta alcanzar la victoria. Pero ella no puede sola. Nos necesita a todos nosotros. Nos necesita en las calles, en las plazas, en las comunidades, hablando con vecinos, amigos, familiares. En las redes sociales, en los organismos empresariales, en los sindicatos, en las comunidades agrarias. Que nos quede claro. Ya no es suficiente andar retuiteando y reenviando mensajes en nuestros teléfonos para sentirnos que ya cumplimos con la patria y poder descansar. No, no y mil veces no. Ni las encuestas ni los mensajes votan. Votan personas de carne y hueso que están allá afuera, muchos frustrados, otros decepcionados, los más, apáticos. A ellos hay que dirigirnos, irlos a buscar, conocer sus historias, conocer sus necesidades, llevarles el mensaje de esperanza de una gran líder que debe ser conocida para que se enamoren de ella. Hay que convencer para movilizar. Hay que lograr su confianza para logar un activista.

 

      Y sí, es mucho más difícil ganarse la confianza de la gente, convenciéndola con argumentos contundentes, que ganársela con dinero. Pero como están las cosas, no descartemos que la compra de votos les salga contraproducente.  Que agarren lo que les dan pero que voten por el PAN, PRI o PRD. Los partidos políticos no se pueden quedar atrás. Ellos tendrán sus estructuras, estrategias y candidatos, que de ninguna manera son suficientes para lograr el triunfo. Esta es, debe ser, la elección de los ciudadanos. Las batallas se ganan en el campo. Que no haya pretextos, salgamos a buscar la victoria. Salgamos de nuestra zona de confort, sacudamos nuestras conciencias, nuestra apatía y valemadrismo. Si no somos nosotros, nadie más vendrá a salvarnos. Son solo 90 días. Que por nosotros no quede. Éxito, fe, confianza, esperanza y sobre todo trabajo. ¡A darle!