Votar por ciudadanía o votar por economía. Pero votar

 

“Uno de los castigos por negarse a

Participar en política es que, al final, puedes

 terminar siendo gobernado por tus inferiores”.

Platón

 

      El próximo domingo 4 de junio se llevarán a cabo elecciones para gobernador del Estado de México. Tenemos dos candidatas mujeres con dos vidas y proyectos radicalmente diferentes. Ellas y los partidos, tanto de la coalición como de la alianza, ya hicieron la parte que les toca en cuanto a promoción.  Llegó la hora de los ciudadanos quienes, más allá de la guerra de encuestas, serán los que dirán la última palabra.  Es tradicional decir que hay que votar para ejercer nuestra ciudadanía. Para tener un mejor gobierno municipal, estatal o nacional.  Millones de mexicanos optan por esta opción. Son responsables de la vida del país y se ocupan votando por la propuesta que creen hará mejor las cosas para ellos y sus familias. Ejercen su ciudadanía votando, tanto como su derecho, como su deber.

 

      Sin embargo, hay otros millones de personas que no les interesa votar porque no le ven la utilidad.  Eso de buscar un mejor gobierno puede sonar muy etéreo y lejano a sus realidades más cercanas y prosaicas. “Todos son iguales, no me interesa la política, la política es corrupta, no pasa nada si no voto, corretear la chuleta es mi prioridad”.  Para todos ellos y ellas, la noticia es que, si no se meten con la política, la política sí se mete con ellos, sin posibilidad de escape.  Por ello, si no me interesa el bienestar del país o de mi estado, seguro que sí me interesa el presente y el futuro mío y el de mi familia, cuando menos.  Para ellos está la opción de votar por economía.  ¿Qué significa eso?  Pues que, si vote o no vote, quien gobierne tomará decisiones que irremediablemente me van a afectar, lo mejor es saber quién de las candidatas y sus gobiernos me van a afectar menos. Quién me va a costar menos, quién será el menos corrupto o quien me dejará trabajar mejor. Velar por mi interés, que sí es mi prioridad, y no tanto por el de los demás, que quién sabe quiénes son. Mejor decidir yo por mi interés personal, que dejarle la decisión a otros que seguramente tendrán intereses diferentes. Más vale prevenir que remediar. Hoy tengo que velar por mi futuro y el de mi familia. Punto. Pero para eso no hay remedio, tengo que votar.

 

      Por último, están los que todavía no han decidido a quién le darán su voto, si es que lo hacen. Sí les interesa ejercer su ciudadanía involucrándose en la política votando, pero ninguna de las dos opciones les convence todavía. Para ellos aplican las dos razones del voto, votar por ciudadanía y votar por economía. Platicar con amigos, familiares, compañeros. Informarse por medios confiables, más que por memes o algún influencer que ni idea tiene de lo que opina. Conocer historias y trayectoria de las candidatas. ¿Cuál de las dos ha tenido historias de corrupción?  ¿Quién ha gobernado mejor sus municipios? ¿Cuál es el perfil más cercano a un buen gobierno?  ¿Cuáles propuestas de política pública me beneficiarán más o me afectarán menos?

 

      Ya sea por ciudadanía o por economía, más nos vale salir a votar e invitar a nuestra familia, amigos, vecinos, conocidos. Que este sea un gobierno que se deba a quienes votaron por ellos y no a los partidos que los postularon.   Mientras más participación de las personas haya, mayor probabilidad hay de que su triunfo te lo deban a ti y a mí. Solo así podremos exigir rendición de cuentas. Si no votamos, mañana será muy tarde. Si no nos importa el votar, luego no nos quejemos de que “todos son iguales” porque si lo son, son gracias a ti. Conste. Quedamos advertidos. Vota e invita a votar.