Valores vs Degradación Moral

“Mantén positivos tus valores porque tus valores

 se convierten en tu destino”

Mahatma Gandhi

      El macabro hallazgo en el rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, más allá de confirmarse la magnitud de los horrores ahí cometidos, representa ya un símbolo inocultable de la degradación moral de este gobierno y, desgraciadamente, de quienes lo apoyan. Es indignante la posición de los morenarcos cuando afirman que todos son culpables, menos ellos. Una legisladora cuatroteísta afirmó con gran desfachatez: “Qué les extraña, es normal que esto suceda”. Nuevamente hasta el presidente Calderón salió a relucir. La falta total de empatía con las madres y padres buscadores de familiares desaparecidos, los malabares discursivos para echar culpas en lugar de tratar el caso con la objetividad y seriedad que se requiere. El presidente del Senado, sí el presidente, minimizando un hecho gravísimo. La bandera mexicana en el Zócalo debería estar a media asta. En lugar de ello, la presidenta se la pasa bailando en eventos públicos, ajena a la desgracia. ¿Qué más requerimos los mexicanos para decir ¡Ya basta! y comenzar a trabajar para cambiar radicalmente lo que está pasando en México?

 

      Muchas cosas habrá que pensar y hacer. Es nuestro deber como ciudadanos diferenciarnos de la barbarie que estamos viviendo. Es nuestra obligación, hasta como seres humanos, de alzar la voz para señalar lo que evidentemente está mal y de buscar reencontrarnos y proponer acciones en favor de lo que debe ser el bien.  No podemos quedarnos callados por la comodidad de nadar de muertito, de pensar que, mientras a mí no me pase, lo demás que alguien lo arregle. Para ello debemos empezar por lo más importante: recuperar, no solo en el discurso, sino sobre todo en las acciones, los valores inherentes a la persona. La dignidad, el respeto, la honestidad, la solidaridad, la justicia, el bien común, la empatía, el amor propio y hacia el prójimo, por mencionar los más importantes. Al parecer, por lo que estamos viviendo, los principios que son fundamentales para vivir en una nación pasan a segundo término mientras la tragedia no llegue a mi puerta, a mi familia o a mí.

 

      Seguramente se podrá pensar que, con ideas abstractas, con idealismo, no podremos nunca derrotar la realidad concreta que significa que el gobierno nos da a mí y a mi familia dinero para vivir bien. Que programa social mata la lucha por aspirar a un México más justo, menos desigual, más libre. Esta claro que si nos ponemos al tú por tú con el gobierno a ver quién da más dinero, será una lucha perdida, antes de empezar. Ese no es el camino. Todo mexicano que necesite programas sociales tiene el derecho constitucional de recibirlos. Eso está bien y esta legalizado. Lo que no podemos permitir es que dichos programas se utilicen para presionar o condicionar a las y los ciudadanos para agachar la cabeza y no levanten la voz ante la degradación moral que estamos viviendo. Tampoco podemos seguir permitiendo que la corrupción, el nepotismo, la mediocridad y muchos delitos más se perdonen por el simple hecho de que, quien los comete, es parte del grupo gobernante y por ello queda purificado.

 

      El gran desafío de la oposición, partidista y como sociedad organizada será traducir los valores fundamentales del ser humano en enseñanzas simples, entendibles, para todo aquel que no le indigne el horror al que hemos estado sometidos por un largo periodo de tiempo. Pensemos diferente, actuemos disruptivo, a fin de encontrar una manera clara y contundente de distinguir el bien del mal y actuar en consecuencia. De que no normalicemos lo que ética y moralmente este mal. Es una tarea complicada y difícil de digerir. Pero absolutamente necesaria para poder ser opción de vida y de gobierno. No hay tiempo que perder. ¡A trabajar!