Segunda Consideración entorno a candidatos de partido

y candidatos no partidistas

“El que no habla [y no actúa],

Dios no lo oye [ni lo ayuda]”

Refrán Popular complementado

      Segunda consideración. -  Basta ya de falsas modestias y pretextos de todo tipo. Si creo que puedo aportar mejor que otros, me apunto a lograr una candidatura y voy con todo. Quienes estamos en una gran variedad de chat y redes sociales donde se tratan temas políticos, nos encanta criticar y dar nuestra opinión sobre x o z decisiones. Más aun, cuando se empiezan a barajar nombres de posibles candidatas y candidatos a cualquier puesto de elección popular, salen los pros y contras, más contras que pros. Que, si lo conozco, no me gusta precisamente porque lo conozco, o ¿por qué siempre los mismos? Que, si no lo conozco, ¿éste de dónde salió? ¿quién lo conoce?  Y estoy hablando solo al interior del PAN. Imaginemos la torre de Babel que será cuando a nuestros posibles candidatas o candidatos se agreguen los del PRI, PRD y más aún, quienes se apunten provenientes de la sociedad civil. Que Dios nos agarre confesados.

 

      Hace muchos años, a las y los candidatos los buscábamos por debajo de las piedras. Nadie le quería entrar, ya que lo más seguro era perder, gastando dinero, tiempo y esfuerzo en una misión casi imposible. Sin embargo, desde que las elecciones las organiza una entidad distinta al gobierno, como lo es el IFE-INE, la competencia electoral se ha puesto más intensa y democráticamente incierta. Por otra parte, en la medida que una persona o grupo alcanza un relativo grado de poder, hace hasta lo imposible para no soltarlo y seguir disfrutando de sus mieles. Aquí es donde empieza nuestro dilema para entrarle o no a buscar una candidatura. Si pertenezco al grupo dominante en el interior del partido, ya sea a nivel municipal, estatal o nacional, mi objetivo es hacer los amarres necesarios con los líderes con más control de los padrones, con el fin de hacerme de la candidatura anhelada. Si en cambio, no pertenezco a ese grupo, me la paso criticando y descalificando a quienes toman las decisiones con la lógica de que yo lo podría hacer mejor, si hubiera piso parejo. Con razón o sin razón, ya no basta hacer méritos para ser elegido candidato, tales como contar con una vida razonablemente lejana a escándalos, saberse los principios de doctrina, contar con un número razonablemente interesante de seguidores, dar su opinión en reuniones partidistas, redes sociales o medios de comunicación, etc.

 

      Lo he mencionado en la reflexión disruptiva “El Elefante en la Sala: El Poder”. Quienes estamos convencidos de que el PAN sí tiene remedio, de que es fundamental vivir y trabajar guiados por sus principios de doctrina, entendemos que hoy no se llega a ningún lado si no reunimos dos esencias: 1) nuestro actuar guiados por esos principios, con 2) la lucha por el poder para llegar a donde me propongo llegar y lograr lo que quiero lograr. Esto nos pone en clara desventaja con aquellos guiados por un pragmatismo cínico, que les importa más el poder que la doctrina. Pues sí, así está en chino buscar alguna candidatura a cualquier puesto de elección popular. Sin embargo, para empezar, sería muy saludable hacer un acto de conciencia: ¿En verdad estoy haciendo todo lo políticamente posible para darme a conocer y lograr una candidatura? ¿Será suficiente expresar mi deseo confiando en que mi trayectoria y mis actuaciones pasadas serán suficientes para que se fijen en nosotros? ¿No será que no entiendo las dinámicas de hoy y quiero lograr lo que alguna vez logré con mis estrategias de antes?

 

      Sí. Da mucho coraje que las candidaturas las gane o se las den a personas que, según nosotros, no se las merecen. Pero ellas y ellos jugaron con las reglas de hoy, consiguiendo su objetivo. Este hecho debería ser un acicate para entender los nuevos tiempos. De entrarle a la lucha con estrategias novedosas, con más inteligencia que ganas. Pensar y actuar diferente, porque tenemos una meta superior: lograr el poder para hacer válidos los principios de doctrina. Lograr ser candidatas y candidatos orgullosos de abanderar el PAN, independientemente si vamos en coalición o no. Y aunque vayamos unidos con otros partidos, nosotros tenemos que dar el ejemplo de como sí se puede lograr un México mejor con ética y política de la buena. Como este objetivo esta complicadísimo, más vale empezar ya. ¡Ánimo!