Recapitulemos

“Solamente aquel que construye el futuro

Tiene derecho a juzgar el pasado”

Friedrich Nietzsche

      Vivimos tiempo de definiciones. En el ámbito electoral, hay dos temas trascendentes que los organismos electorales tendrán que definir. Por un lado, resolver todas las impugnaciones que fueron presentadas tanto por partidos políticos como por ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil. Es prácticamente imposible que se concluya que la intervención ilegal del gobierno, en sus tres niveles, fue determinante para calificar a estas elecciones como elecciones de Estado. Pero al menos se busca que se siente un precedente para que eso no vuelva a suceder. Por otro lado, está la delicadísima definición de determinar la sobrerrepresentación que tendrá la coalición ganadora. Si será de hasta 8%, como lo establece la Constitución, o del 24% si se suman los 8% de los tres partidos ganadores. Lo que se concluya definirá en gran medida el futuro de este país como lo conocemos actualmente. Con la mayoría calificada en ambas cámaras federales, la cuatroté podrá modificar la Constitución según sus propios intereses sin tener que negociar con nadie más.

 

      En el ámbito judicial, ya iniciaron las sesiones del foro abierto para analizar el llamado Plan C, en el que se pretende desaparecer al Poder Judicial Federal y sustituirlo por otro, plegado a los intereses del grupo gobernante. Sería muy cuesta arriba pensar que a la iniciativa presidencial se le va a mover alguna coma. Sin embargo, hay signos de resistencias tanto al interior del país como voces desde el extranjero que claman porque dicho Plan C no se concrete como está planteado. Hay nerviosismo entre los inversionistas sobre esta definición, para saber si tendrán las garantías de un estado de derecho vigente que los anime a quedarse en México o buscar nuevos destinos. Se ve claramente que el presidente actual no quiere dejar el poder hasta lograr su cometido, aunque quien tendrá que lidiar con sus consecuencias será la presidenta triunfante.

 

      En lo que respecta a los partidos políticos, las cosas parecen muy lentas. En el PAN, el cuál es el que me importa, apenas este sábado 29 de junio su Consejo Nacional sesionará a fin de crear dos comisiones: Una para hacer una evaluación de los resultados del 2 de junio y otra para organizar el proceso que concluirá con la renovación de su dirigencia nacional. Si se llega a la conclusión de que se hizo lo que se pudo y no hay más que darle vuelta a la página y seguir como si nada, este partido habrá perdido su oportunidad de reencontrarse con sus orígenes y raíces. Se requiere pensar diferente, actuar disruptivamente para hacer cosas diferentes si en verdad se quieren lograr resultados diferentes.  Los militantes y no lo dirigentes tienen que ser los protagonistas de este análisis. Se les tiene que escuchar, ya que tienen mucho que decir. Es más, también tiene el deber de escuchar a los ciudadanos de a pie, que no son militantes, pero que también buscan una opción para luchar en contra del vendaval político que se nos viene encima.

 

      Por el lado de los ciudadanos, están tratando de salir de la incredulidad, del marasmo, de la confusión, del enojo, de la frustración. Hay un intento de reagrupar fuerzas a fin de reflexionar qué fue lo que pasó y qué camino tomar hacia adelante. Entre sus opciones está la de crear un nuevo partido político, ya que constataron que los actuales, no están en condiciones de ser opción para un futuro prometedor. El próximo sábado 6 de julio se reunirán en la Ciudad de México para darle voz a los ciudadanos que tienen algo que decir y de las conclusiones veremos qué camino tomarán. Esto, en referencia a los mexicanos que participaron en las elecciones de una u otra forma. Sin embargo, no podemos olvidar a los 40 millones de ciudadanos que no salieron a votar y que algo se tendrá que hacer para que también participen en el México que deseamos construir.

 

      Como mexicanos que queremos que nuestra voz se escuche y que influya en las decisiones trascendentales que se estarán tomando en estos días no tenemos más camino que seguir activos. No hay tiempo que perder. Ya sea en los partidos políticos o en las organizaciones de la sociedad civil, debemos alzar la voz, interesarnos, informarnos, participar, criticar, proponer. Más nos vale encontrar pronto las coincidencias para dejar a un lado las diferencias. México nos necesita más que nunca. No hay de otra. ¡A darle!