Por una democracia participativa en el PAN
“La política es demasiado seria para
dejarla en manos de los políticos”.
Charles de Gaulle
Mucho se habla del desprestigio actual de los partidos políticos. Entre las principales causas podemos mencionar, sin ser exhaustivos, las siguientes, divididas en internas y externas: Internas.- Su anquilosamiento para representar eficazmente a los sectores de la sociedad que buscan encabezar; cuerpos cerrados donde las élites se han enquistado para ejercer el poder con la intención de no soltarlo; acciones cada vez más guiadas por el pragmatismo que por valores éticos; la inevitable corrupción que surge cuando no hay transparencia ni disposición para que la opinión de sus representados se escuche; la apatía de sus militantes que conduce a fomentar una actitud de “ya ni modo, así son todos los partidos”; el grupismo que cobija no al más capaz sino a quien esté de acuerdo con mis objetivos; el síndrome del cadenero, que abre las puertas a quienes me serán fieles y las cierro a los que llegan por propia voluntad, ya que “quién sabe qué intereses tendrán”; y súmele las que usted ha sufrido.
Externas.- El alejamiento de los ciudadanos porque no se sienten representados con ninguno de los partidos; la crítica constante por lo mal que actúan, sin hacer gran cosa por comprometerse a cambiar esa situación; a que queremos un sistema democrático sin demócratas; a la eterna consigna de que “la política es sucia, por ello yo (se supone limpio y puro) no me involucro”; antes que pensar en participar en política me urge corretear la chuleta; la situación de los partidos es tan compleja y difícil que yo no puedo hacer gran cosa para cambiarla, mejor me dedico a luchar por mi entorno más cercano; no encuentro empatía, no abanderan causas que a mi me interesan; solo se acercan a los ciudadanos en tiempos electorales, después, no existimos para ellos; la fama pública de sus dirigentes dejan mucho que desear; sus estructuras están tan cerradas que no hay posibilidad de entrar y poder contribuir a mejorar la política; y vuélvale a sumar las que ha escuchado y le consten.
Con tanta negatividad podríamos concluir que los partidos políticos, entre ellos el PAN, ya no tienen remedio. Es tanto lo que hay que hacer, que solo en un futuro muy lejano y con un trabajo perseverante, los podremos cambiar. O incluso buscar sustituirlos con alguna otra forma de representación. Mientras ese futuro no sea el presente, no hay otra forma de acceder al poder que a través de los partidos políticos. Por lo tanto, o nos enfocamos en transformarlos para bien o nos alejamos de la política y la sufrimos por apáticos. Considero que es mejor ponernos a trabajar para que cumplan su misión de representar los intereses legítimos de una parte de la sociedad, luchando por ejercer el poder para que sus principios y políticas públicas permeen en la población que buscan gobernar.
Sí, se oye muy bonito, pero en plata, ¿cómo? Primero, tener el objetivo claro de trabajar para transformar al PAN (que es el partido que me interesa) de ser un partido con una democracia representativa muy acotada, a tener canales de representación mucho más horizontales. Es decir, hacerlo un partido con una democracia participativa. ¡Ah caray!, ¿y eso? Estatutariamente el PAN cuenta con sus órganos de representación, como son sus Asambleas, Convenciones, Consejos y Comisiones permanentes, Comité Ejecutivo Nacional, Comités Directivos Estatales y Municipales, etc. El problema es que, todos estos órganos de toma de decisiones son representativos, representan en sus distintos niveles a la totalidad del panismo militante. Es decir, no más de 300 mil ciudadanos. ¿Qué hay de los millones de mexicanos que simpatizan con Acción Nacional pero que no tienen voz ni voto? Estaría muy interesante encontrar mecanismos, primero, para saber quiénes son, con nombre y apellido. Segundo, para darles canales de escucha para conocer qué piensan sobre los problemas que sufren día a día. Tercero, brindarles espacios para que sus inquietudes puedan ser transformadas en acciones.
El PAN del futuro debe abrirse, o lo tenemos que abrir, hacia la sociedad. Ya no podemos sentirnos satisfechos con ser unos miles cuando podemos ser millones. Las redes sociales son un instrumento que nos puede ayudar en pasar de una democracia representativa a una democracia participativa. Por ello, esta no solo es tarea desde dentro del partido. Tiene también que venir una ola de fuera que logre cimbrar y abrir las estructuras que, quizá, antes eran suficientes, pero que ahora se quedan muy pero muy cortas. Sigamos pensando en los cómos, pensando diferente. Seguro los encontraremos; lograremos revolucionar al partido que creemos que todavía tiene remedio, ya que seguimos viviendo sus principios.