Pensemos diferente. Aprovechemos los escándalos ajenos

“Nunca interrumpas a tu enemigo

cuando está cometiendo un error.”

Napoleón Bonaparte

      No cabe duda de que es muy real la frase “En México no pasa nada. Y cuando pasa, no pasa nada”. Es tal la cantidad de noticias negativas en torno al desgobierno morenista, que en cualquier otro país democrático del mundo ya hubiera habido graves consecuencias. Los casos de corrupción de los hijos del presidente y amigos, ampliamente documentados. La cada vez más evidente complicidad del gobierno con los cárteles de narcotráfico, ahora ya hechos públicos por agencias y periódicos norteamericanos. La descarada y confesa intervención ilegal e inmoral del ejecutivo federal dando órdenes al presidente del poder judicial para que casos legales delicados se resolvieran a su gusto y conveniencia. La creciente militarización de las actividades gubernamentales, que tiene a las fuerzas armadas haciendo de todo menos lo que legal y constitucionalmente les corresponde. Y así podemos seguir la lista.

 

      Sin embargo, la popularidad del presidente sigue alta, no tanto comparada con otros presidentes en su quinto año de gobierno, sino con todos los negativos que se le han demostrado últimamente.  Esto podría pasar sin pena ni gloria si no fuera porque la corcholata oficial se beneficia de esa popularidad y sigue adelante en las encuestas.  Repito, en cualquier otro país democrático del mundo, una candidata que prometiera continuidad, “segundo piso” de tan nefasto gobierno estaría en la lona, sin posibilidad de triunfo. Pero estamos en México. ¿Por qué? Es una pregunta para responder colectivamente. Una posible respuesta podría ser que los ciudadanos no estamos lo debidamente organizados y activos para evitar ese tipo de gobierno o, si se da, obligarlo a dimitir con toda la fuerza de la ley. Otra posibilidad es que los partidos políticos, en lugar de ser los líderes de opinión y encauzar el enojo popular, están más concentrados en designar candidatos y cuidar intereses particulares. Otra, es que no somos verdaderamente demócratas ni vigilantes del estado de derecho.

 

      El responder a la pregunta del por qué no pasa nada, podría ser la clave para lograr el triunfo de Xóchitl a la presidencia de la república. Una enorme ventaja es que, como candidata ciudadana, está aglutinando a las organizaciones civiles más allá de los partidos políticos. Una desventaja mayúscula, es que no existe la cohesión ni el tamaño necesario aún para hacer temblar al gobierno en turno. Otra ventaja es que la naturalidad de Xóchitl trasciende la mala fama de los partidos. Lo malo, es que falta el trabajo territorial y estructuras propias de estos. Por ello hay que trabajar en dos vías: Por una, seguir difundiendo los graves errores de los morenistas, machacarlos hasta que la gente indiferente empiece a comprender la gravedad de ellos y que de una u otra manera le afectará a su vida y a la de su familia. Por otra, seguir creciendo las redes de Xochitllovers con una visión positiva del México que queremos, con una clara diferenciación de las dos visiones de nación que están en disputa.

 

      En estas elecciones no se juega solo la presidencia de México. Se juega nuestro futuro, como nación que quiere vivir en democracia, estado de derecho, libertad de expresión, aspiracionista, que quiere que los pobres dejen de serlo, que la economía crezca con oportunidades para todos. Un México que tiene como sus valores fundamentales Vida, Verdad, Libertad. No hay de otra. Aprovechemos esta campaña para ir construyendo ciudadanía. Para que la organización que vayamos edificando no termine al final de las elecciones, sino que se fortalezca y permanezca. La democracia se tiene que construir y cuidar día a día. Es una tarea difícil, complicada, desesperante, a veces ingrata. Pero si no lo hacemos nosotros, no hay quien venga a salvarnos. ¡A seguir continuando!