¿Para qué se quiere el poder?
“Gane a través de sus acciones,
Nunca por medio de argumentos”
Robert Greene. Ley 9ª. Las 48 Leyes del Poder
Con el presupuesto de egresos que se discute en la Cámara de Diputados podemos conocer a ciencia cierta cuáles son las prioridades del grupo que tiene y ejerce el gobierno en México. Muchos analistas han hablado del tema en detalle, por lo que hablemos de las implicaciones de lo que significa en términos de poder. Si los principales rubros del gasto fueran para educación, salud, desarrollo económico, infraestructura de todo tipo, etc., podríamos afirmar que lo que se busca es el bien común, el crecimiento y fortalecimiento de las familias, municipios, estados. Que el dinero se utiliza para satisfacer los requerimientos de las y los mexicanos con el objetivo de que se creen fuentes de trabajo, existan buenos servicios de salud, se refuerce la educación para que los alumnos entiendan el mundo en donde viven y tengan las herramientas para enfrentarlo con éxito. Que las empresas tengan facilidades para instalarse y crecer. Que cuenten con suficiente energía, infraestructura carretera, agua, apoyos para el comercio, tanto nacional como internacional.
Sin embargo, estamos siendo testigos de una visión completamente distinta. Por un lado, se prioriza el gasto social que así como va, a la larga será absolutamente inviable. No habrá dinero que alcance para seguir regalando dinero. Además, es claramente ilegal endeudarse para estos fines. En la legislación mexicana está establecido que el endeudamiento solo está permitido para obras de infraestructura que generen ingresos suficientes que compensen la inversión. Obviamente, la intención no tiene que ver con el bien común o con el apoyo del Estado para que los mexicanos tengan las capacidades y entorno para salir adelante y vivir de acuerdo con su dignidad como personas. Claramente la intención es seguir generando una masa acrítica que en agradecimiento siga sosteniendo y votando por la cuatroté. El problema se hace más grande al visualizar qué es lo que va a pasar cuando este esquema sea insostenible.
Por otro lado, uno se pregunta qué caso tiene seguir financiando las obras faraónicas del señor que ya se fue, pero que sigue mandando enfrente. Dejar en los huesos al sistema de salud y al educativo, a obras en favor del medio ambiente, a todo lo relativo a la seguridad, que es el problema número uno actualmente, y muchas otras más, para destinar recursos a los barriles sin fondo que son Pemex, CFE, el tren maya, le refinería de dos bocas y el aifa, nos habla de una manera de conservar el poder muy peculiar. La presidenta de México no puede desatender estas obras, ya que, si lo hace, puede hacer enojar a su jefe tabasqueño y peligrar su empleo. Ya hemos visto la fuerza, tanto de Adán Augusto como de Monreal, cuando se trata de decidir a quién hacerle caso, a la actual presidenta o al ex. Al no tener el control ni de la Cámara de Diputados ni de la de Senadores, al no contar con el apoyo ciego de los gobernadores y ni siquiera de su propio partido, el panorama no pinta muy bien. Está atascada en su segundo piso sin que se vea una posible salida hacia su independencia y pleno ejercicio personal de gobernar.
Otra gran pregunta, ante este desolador panorama, es ¿dónde está la oposición? Habiendo tanto que criticar, tanto que señalar, tanto material para hacerse notar e iniciar un fuerte movimiento de resistencia, seguimos en la irrelevancia, en la inacción, en espera de que termine el año para, ¿ahora sí, empujar con todo en el 2025? Ya entramos al maratón Guadalupe – Reyes. Poco se puede esperar de aquí a principios de año. Ojalá que en los deseos decembrinos estén contemplando nuevas formas de acción, métodos innovadores para interesar en la política a los mexicanos. Renovados bríos para, con una visión clara y pegadora, salir a las calles a buscar aliados, a concientizar ciudadanos, a presentar argumentos, a conformar una fuerza creciente que logre conjuntar un poder ciudadano que cambie radicalmente las prioridades de quienes nos desgobiernan.
Y una aclaración: la oposición no solo son los partidos, ni sus dirigentes ni sus militantes. No veamos solo para allá. Somos todos los que queremos un país mejor. Somos tú y yo. No esperemos que otros hagan el trabajo que debemos hacer. Exijamos a los partidos y a las organizaciones de la sociedad civil. Pero también exijámonos a nosotros mismos. ¡A darle!