No nos confundamos

“No se trata de ganar cada discusión

Sino de elegir cuáles merecen nuestra energía”

Sócrates

      En México estamos viviendo un fenómeno que une, esconde y confunde causa con efecto. Por un lado, el presidente Trump amenaza a nuestro país con la imposición del 25% de aranceles a todos los productos mexicanos que exportamos a los Estados Unidos, aunque ya reculó en todos aquellos que son parte del T-MEC y pospuso su decisión un mes más. Por el otro lado, tenemos al gobierno mexicano, empezando por la presidenta, envuelto en la bandera nacional defendiendo la soberanía de México, para darle a entender a Trump que estamos unidos ante cualquier amenaza exterior. No hay mejor muestra de unidad que convocar a miles de ciudadanos al Zócalo capitalino para entonar el himno nacional para que Trump lo piense dos veces. Viéndolo así, solo los efectos de esta situación, está difícil disentir de la postura oficialista, so pena de ser calificados como traidores a la patria.

 

      Sin embargo, si nos vamos a las causas, del por qué de la postura trumpista, las cosas se empiezan a ver con una óptica distinta. El gobierno norteamericano lo ha dicho muy claro, no hay posibilidad de duda: la causa de la amenaza de imposición de aranceles se debe principalmente a que el gobierno de México no ha hecho lo suficiente para evitar la entrada de drogas, en especial el fentanilo, a su territorio. Esto, según sus argumentos, ha producido la muerte de decenas de miles de estadounidenses, por lo que nuestro país es culpable. Además, también lo ha dicho como nunca lo había dicho otro gobierno: es intolerable la colusión del gobierno mexicano con los cárteles de las drogas. Es muy claro que este calificativo tiene un destinatario con nombre y apellido: amlo. Y como la actual administración es el segundo piso del primero, pues el problema no se ha resuelto, y menos si no se ha hecho nada para enmendar el camino. Un mes de detenciones de capos de distintos cárteles, de incautación de toneladas de drogas de todo tipo, de detección y destrucción de narcolaboratorios (de los que siempre se negó su existencia), no son suficientes para compensar lo que no se hizo en seis años.

 

      Que quede claro, no hay duda de que Trump es un chivo en cristalería y que actúa desde su posición de poder para obtener lo que quiere de sus contrapartes. Y lo puede hacer, por su agresiva personalidad y porque es el presidente de la nación más poderosa económicamente hablando del planeta. Sin embargo, ningún mexicano de bien podría estar de acuerdo en que el gobierno norteamericano unilateralmente se metiera a nuestro territorio a sacar, matar o secuestrar criminales, solo por el simple hecho de que puede hacerlo. Eso solo dañaría la relación de dos socios comerciales y no resolvería de fondo el problema. En eso todos deberíamos estar de acuerdo. En todo caso se requeriría un tratado tipo T-MEC en materia de combate al narcotráfico, en donde ambas naciones coincidieran en un diagnóstico objetivo y en conjunto proponer acciones concretas y efectivas para terminar el problema en ambos lados de la frontera. México no es el único país que ha fallado, sino también los norteamericanos tienen mucha culpa de lo sucedido. ¿O cómo se distribuye la droga una vez que pasa sus fronteras? ¿por arte de magia o porque también hay colusión de autoridades de todos los niveles con narcotraficantes de menor monta, pero muy efectivos para envenenar a millones de habitantes de un país?

 

      No veamos solo una parte del problema, la causa o el efecto. Veamos el problema integralmente. Si. No es justo que se nos impongan sanciones unilateralmente. Pero tampoco podemos quedarnos callados ante lo que la oposición en México ha dicho desde hace mucho tiempo, pero que no ha sido escuchada porque el gobierno populista de aquí lo calla todo desde su posición de poder. Defendamos a México, sí. Pero no a los cárteles, no a los narcotraficantes. México y Estados Unidos debemos trabajar de la mano porque el problema es de dos. Lástima que tuviera que venir la presión de fuera para que el oficialismo actuara. Ahora nos toca a la sociedad organizada y partidos políticos insistir en resolver este tema, contribuyendo a encontrar soluciones y convencer a los mexicanos que sí hay soluciones, donde todos podemos colaborar. ¡A trabajar!