Momento de reflexionar con cabeza fría y corazón ardiente
“La peor guerra que existe es
La del corazón contra la cabeza”
Antoine de Saint-Exupéry en El Principito
Después del golpe de realidad que recibimos, por resultado de las elecciones del 2 de junio, nuestro deber como ciudadanos es analizar, con la cabeza fría, qué fue lo que realmente sucedió y no irnos por las teorías conspirativas que pueden ser peligrosas. Ante la incredulidad del resultado, en muchas redes sociales surgió la teoría del fraude cibernético, el cual, mediante manipulación de algoritmos, el PREP le había dado la ventaja a la candidata morenista. Esto, aunado a que el INE se tardó mucho tiempo en dar el resultado del PREP, se interpretó erróneamente como una nueva caída del sistema como la de 1988. Esta teoría se vino obviamente abajo este miércoles, cuando en los 300 consejos electorales locales se volvieron a contar más del 60% de las casillas instaladas. Ahí, cualquier sospecha computacional ya no tiene cabida porque se abren los paquetes electorales y se cuentas las boletas electorales una por una, a la vista de los representantes de cada partido. El resultado prácticamente no varió mucho. Tal vez en algún distrito se detectaron malos conteos, o inconsistencias, pero estas se corrigieron. A final de cuentas se confirma el triunfo arrollador de la candidata oficialista a la presidencia de la república. Ni modo.
Y todos podemos concluir: No lo puedo creer, yo vi y viví otra cosa. ¿Y la marea rosa? ¿Y las manifestaciones ciudadanas que llenaron plazas en decenas de ciudades de México y el extranjero? ¿Y las encuestas que habían cerrado la brecha entre Xóchitl y Claudia? ¿Y la evidente corrupción de varios candidatos morenistas? ¿Y los debates electorales donde ganó nuestra candidata? ¿Y las enormes filas de votantes el 2 de junio? Y, y, y… Desgraciadamente todo eso, que fue verdad, no fue suficiente para lograr nuestro objetivo. Tal parece que vivimos en una burbuja que no nos permitió ver lo que pensaba una inmensa mayoría de mexicanos que piensan y votan diferente. Aunque nos cueste trabajo entenderlo, millones de ciudadanos prefirieron respaldar el proyecto de la cuarta transformación con evidentes muestras de corrupción, de miles de muertos por la violencia y por el pésimo servicio médico. Que tiene militarizado al país, que ha permitido que el crimen organizado controle bastas zonas del territorio, que ha contratado la mayor deuda externa de que se tenga memoria, que tiró a la basura miles de millones de pesos en obras faraónicas como el tren falla, la refinería de dos bocas y el chaifa. Todo eso lo aceptaron porque se sienten miembros de un proyecto de nación al que nunca habían sido invitados. Corrupto, mediocre e ineficaz, pero mío, que me hizo parte de él.
Esa es la realidad y hay que aceptarla. Al inicio de este escrito mencioné que atacar al INE puede ser peligroso. Decir con el corazón que hubo fraude, sin pensar con la cabeza de que eso es prácticamente imposible, lo que hace es darle argumentos a los morenistas para continuar con el ataque sistemático al árbitro electoral a tal punto que lo puedan desaparecer, ya que no sirve para nada. Es más, hasta los que marcharon para defenderlo, ahora lo atacan igual. Tenemos el deber de actuar con mucha inteligencia y responsabilidad, porque sin quererlo estamos minando la confianza en las pocas instituciones autónomas que quedan. Podrás argumentar “pero si la morenista Taddei ya es la presidenta, contribuyó al fraude cibernético y no sancionó a los miles de intromisiones del presidente ante el proceso electoral”. Haiga sido como haiga sido, el INE cumplió con la organización y buen término de las elecciones. En lo que habrá que trabajar, será en cambios legales para evitar las intromisiones indebidas por parte de funcionarios públicos, empezando por el presidente, en los procesos electorales. Y sus sanciones.
Repensemos lo que estamos haciendo. De toda la información que nos llega, habrá que corroborarla, analizarla, contrastarla con otras, para ver si tienen algún sustento de verdad. Si es así, difundirla. Si no, desecharla. No caigamos en la histeria colectiva. No nos vayamos con la finta. Pensemos diferente, actuemos disruptivo. De aquí en adelante el camino será cada vez más escabroso y difícil. Es mejor actuar con mesura. Seguramente tendremos mejores resultados y menos frustraciones. ¡Ánimo! Como dijera el clásico ¡Esto no se acaba hasta que se acaba!