Lecciones del proceso de la reforma judicial

“México es tan nuestro como de ellos.

Nuestros hijos merecen mucho más.

Rendirnos no es alternativa”.

Jorge Suárez Vélez

      Para millones de mexicanos, nuestra nación esta viviendo días obscuros, en los que nos sentimos derrotados, apagados, frustrados, traicionados, sin ánimos de continuar luchando.  Se batalló en varios frentes buscando detener la reforma judicial pero, hasta hoy, no ha sido posible. Ya fue aprobada en las dos cámaras federales y en la mayoría de los congresos locales. Y lo más seguro es que el 15 de septiembre sea publicada en el Diario Oficial para que termine todo el proceso legal. Sin embargo, tanto la ministra presidente, Norma Piña, como muchos abogados expertos en estos temas argumentan que todavía hay recursos para lograr pararla. Esperemos que así sea. Mientras tanto, es fundamental reflexionar sobre las enseñanzas que nos deja todo este proceso.

 

      En primer lugar, queda cada vez más claro que, efectivamente, desde el 2006, López Obrador sí era un peligro para México. Trabajó desde el año 2000 para lograr la Presidencia de la República y en el 2018 lo logró. Lección una, es cierto que el que persevera, alcanza. Otra lección, siendo opositor violó en múltiples ocasiones todo tipo de leyes y no hubo autoridad de ningún nivel que le pusiera un alto. Los gobiernos del PRI y del PAN lo pudieron detener y no se atrevieron. Hoy vivimos las consecuencias de ello, una aplanadora nos está pasando por encima sin ningún recato ni miramientos. Esta tarea se facilita en la medida que los millones de mexicanos que estamos en contra vivimos divididos, sin brújula, sin líderes confiables, totalmente desorganizados. Lección, la clarificación del México que queremos y la organización necesaria para llevarlo a cabo es el camino para hacerle frente al obradorato.

 

      Otra lección, esto no se acaba hasta que se acaba. Se ha perdido una batalla, pero no la guerra. Todavía quedan instancias legales para impugnar todo el proceso. El PAN está ocupado en ellas. Aquí lo fundamental será la comunicación partido-ciudadanos a fin de que sepamos en lo que se está trabajando y cómo los mexicanos inconformes podemos contribuir. Otra lección, se requiere que la sociedad civil vigile e influya en la toma de decisiones de los partidos. Mientras se designen en lo oscurito candidaturas a personas que tienen colas enormes que les puedan pisar, siempre estaremos a expensas de chantajes del oficialismo para cambiar votos por impunidad. Es tiempo de ciudadanizar a los partidos. Si. Con el voto definitivo para aprobar la reforma judicial salido de las filas del PAN, podríamos pensar que este partido ya no tiene remedio y seguirá cayendo en el desprestigio más atroz. Sin embargo, otra lección es que las oportunidades se generan donde menos lo esperamos. Ya no queremos, no nos sirve un PAN alejado de la gente, que solo vea por intereses personales o de grupo. Las y los ciudadanos tienen que rebelarse, conquistarlo, abrirlo a la luz. Pero también los inconformes dentro del PAN debemos trabajar para abriles las puertas desde dentro.

 

      Otra lección, Un partido cerrado no le sirve a México, ni a nadie. A pesar de estructuras anquilosadas, de prácticas obsoletas, de lucrar por puestos públicos, no queda más que invitar a los millones de mexicanos a que nos digan nuestras verdades, nos zarandeen, nos digan y participen en una nueva forma de hacer política. En contra parte, también basta de criticar desde fuera a los partidos políticos. Hay que entrar al ruedo para conocer cómo se llevan a cabo las prácticas partidistas. Si no nos gustan, luchemos para cambiarlas, pero no desde la comodidad del tweet o del tiktok. Tal vez 85 años del PAN son muchos. Y más cuando no se tiene un rumbo claro hacia dónde queremos ir. Los ciudadanos, aire fresco, nos lo pueden dar.

 

      Vivimos tiempos muy complicados e inciertos. Tenemos dos opciones, o ver el vaso medio vacío o medio lleno. O le entramos al toro por los cuernos o nos damos por vencidos porque los partidos “no me merecen”. Por favor. Depende de cada uno. Hay mucho que trabajar, comencemos. ¡ÁNIMO!