Lecciones de una narrativa exitosa: Primera parte

 “El mensaje opositor no impacta

 porque no está expresado en

un idioma comprensible con el pueblo.”

Gerardo Garibay Camarena

 

Una disculpa en esta ocasión por alejarme aparentemente del objetivo de construir una narrativa panista creíble para los ciudadanos. Pero, nos guste o no, algo tenemos que aprender de la siguiente historia para lograrlo.

 

Había una vez un individuo quien, cuenta la leyenda, en su infancia y juventud tuvo que ver con la muerte de uno de sus hermanos y un amigo. Después de la matanza de Tlatelolco en 1968 y del halconazo en 1971, se afilió al partido en el poder a mediados de los 1970´s. Llegó a ser presidente del PRI en su estado natal. También se cuenta que compuso el himno de ese partido. Para 1988 no le pareció la designación de Carlos Salinas a la Presidencia de la República, por lo que renuncia y se une al Frente Democrático Nacional.

 

Ese mismo año es candidato a la gubernatura de su estado de origen, por una coalición de partidos de izquierda. Al obtener el 20% de los votos alega que le hicieron fraude. Para 1989 se crea el PRD y esta persona se convierte en su presidente en Tabasco. Para 1991 vuelve alegar fraude en varios municipios, por lo que organiza un Éxodo por la Democracia hacia la Ciudad de México. Fue tal la presión ejercida por este movimiento que el gobernador tuvo que renunciar. En 1994 vuelve a ser candidato a la gubernatura, le vuelven a ganar y vuelve a alegar fraude. Al no obtener el éxito esperado, de nueva cuenta organiza ahora una Caravana por la Democracia, llegando hasta la Ciudad de México. En su reclamo fue respaldado por consejeros del IFE y por los partidos PAN (¡Ojo!) y PT. Tomó pozos petroleros, organizó plantones, pero no consiguió revertir el resultado. Incluso, se giró una orden de aprehensión en su contra, la cual nunca fue ejecutada.  Sin embargo, su imagen de líder popular fue creciendo en fortaleza.

 

Para 1996 consigue ser presidente nacional del PRD. Bajo su mandato, coloca al partido como la segunda fuerza en la Cámara de Diputados, logran la jefatura del Distrito Federal, mayoría en la Asamblea Legislativa y varias gubernaturas, solos y en coalición con el PAN (¡Ojo nuevamente!). Para ser candidato a jefe de gobierno en el año 2000, dobla al IFE, ya que no tenía los años de residencia requeridos por la ley. Gana la jefatura con 4.3% más que el candidato del PAN, partido que ganó la Presidencia de la República. Ya como jefe de gobierno, instauró las conferencias mañaneras diarias, dos consultas ciudadanas sobre su permanencia en el cargo y otra sobre el segundo piso en el periférico. Establece el programa de pensiones para personas mayores de 70 años y una serie de programas de asistencia para madres solteras, personas discapacitadas, desempleados, productores rurales, microempresarios, atención médica y medicamentos gratuitos para familias sin seguridad social y útiles escolares para estudiantes. La narrativa habla de que “aplicó un programa de austeridad para terminar con los privilegios políticos” (¿?) y bajó el sueldo de altos funcionarios, incluyéndose. ¿Fueron efectivos dichos programas? ¿Sacaron de la pobreza a la gente? ¿Realmente contribuyeron a mejorar la vida de los chilangos? Y para coronar la narrativa de su liderazgo popular: en un concurso por internet con sede en Londres, logró ser nombrado el segundo alcalde mejor evaluado del mundo en el 2004. Haiga sido como haiga sido, el caso es que su popularidad como jefe de gobierno se mantuvo por arriba de los 80´s%.

 

Aquí hago un paréntesis para que vayamos analizando cómo fue construyendo su narrativa que lo llevó, en el 2018, a la Presidencia de la República. Narrativa de la cual algo podremos aprender, imitar, criticar o desechar.  Las conclusiones las veremos en la próxima reflexión disruptiva. A propósito, espero que sepan de quien he estado escribiendo, ya que, si se fijan, no he mencionado su nombre.