La observancia de la Ética es el camino

“Lo importante no es el poder, sino aquello

Para lo cual debe servir el poder”.

Manuel Gómez Morin

      Y la oposición en general sigue en su encrucijada sin atinar, a estas alturas, a encontrar cuál es el camino para armar un frente sólido que contenga al oficialismo. El PAN acaba de renovar dirigencia nacional con un líder muy cuestionado tanto al interior como al exterior del partido. Por otro lado, a los ciudadanos que no les convencen ni el PAN, ni el PRI, ni Movimiento Ciudadano, están organizándose para intentar formar uno o varios partidos nuevos. Más allá, están quienes han dado su lucha en las calles, casi casi a solas, en defensa del Poder Judicial y, por supuesto, de sus carreras y fuentes de empleo. Y al final, están todas y todos aquellos mexicanos que no les interesa la política pero que empiezan a resentir las decisiones del régimen oficial. No se encuentra una causa común que logre cohesionar a millones de personas que buscan un líder, una señal, o de plano alguien o algo que les señale el camino.

 

      Independientemente de las luchas de cada quien, de cómo entienden lo que debe ser oposición, de si el camino es la creación de más partidos o mayor organización ciudadana, hay un elemento crucial que debe unir a cualquier proyecto: la observancia de la ética en la política, tanto en su mensaje, pero sobre todo, en sus acciones. La pregunta obligada será seguramente, ¿es posible ejercer la política basada en la ética? ¿No estamos viendo a diario precisamente lo contrario? ¿Cómo lograr alcanzar el poder siendo éticos? Con todo respeto, dirán algunos, la ética es un estorbo en la práctica de la política actual. Acabamos de constatar que no se ganan elecciones sin trampas, corrupción, acarreos, amenazas, utilización del gasto social, etc.

 

      Para no filosofar demasiado sobre lo que es la ética, googlé y esto fue lo que encontré: “La ética trata del bien y del fundamento de sus valores, de la bondad o la maldad de los comportamientos. Parte de la premisa que, el fin último de todo ser humano, de sus hechos, es la felicidad. La ética busca el bien común, estimulando comportamientos adecuados para alcanzarlo.” Suena muy bonito y deseable, pero lo que hemos visto y sufrido últimamente no se le acerca ni tantito. Pues precisamente por eso es por lo que tenemos que diferenciarnos, no solo del régimen morenarco, sino de muchas prácticas que se han dado en la misma oposición. Para ejemplificar, tomemos como ejemplo al PAN. Durante muchos años fue un referente ético en la política. Claro, mientras no habíamos alcanzado el poder ni cargos públicos. En la media que fuimos saboreando el poder, nos empezamos a alejar de la observancia de la ética. Nos dedicamos a buscar y encontrar justificantes para ser mas laxos. Llegó un momento en que nos parecíamos tanto al PRI que los mexicanos nos dieron la espalda y prefirieron votar por el original y no la copia. No solo eso, sino al unirnos en alianza a ellos, tuvimos que cargar con su mala fama que, unida a la nuestra, solo nos ha hecho perder más y más la confianza ciudadana. En las elecciones de este año, estábamos tan extraviados, que nos pusimos a competir con Morena, dando opciones morenistas, desdibujándonos por completo.

 

      Es por ello por lo que debemos aprovechar este cambio de dirigencia nacional para anteponer una única e ineludible misión: retomar entre todos, el fundamento que le dio vida al PAN y por el cual solamente valdría la pena seguir militando en él, la práctica de la política sólidamente fundamentada en la ética. Puede haber proyectos innovadores, cambio de estatutos, liderazgos frescos, programas muy efectivos, palabras motivadoras, promesas que nos hagan soñar. Pero si todo eso no esta sustentado en la ética, no tendremos, ahora sí, remedio. Se podrá argumentar que ya es demasiado tarde, que sus prácticas internas ya no dan para tanto, que se han creado suficientes intereses para que la marcha hacia lo correcto sea una tarea imposible. Es posible.

 

      Mientras haya panistas, que los hay y miles, que seguimos trabajando al interior para retomar los valores originales, adecuados al día de hoy, por supuesto que es posible. El PAN no solo son sus dirigentes y todos los que le han creado mala fama. También estamos muchos que seguiremos dando la batalla contra viento y marea. Si nos afiliamos por sus principios e historia, sería cobarde abandonarlo cuando están manchados por malas prácticas. Para eso estamos, para buscar el poder fundamentados en prácticas éticas. ¿Difícil? Eso y lo que le sigue. Pero quién dijo que lo bueno sería fácil. No desfallezcamos. ¡A darle!