La frescura de la campaña le toca a la sociedad civil

“No le pidamos peras al olmo”

“Zapatero, a tus zapatos”

Refranes populares

 

      La coalición “Fuerza y Corazón por México”, sucesora de la alianza Frente Amplio por México, tiene a mi juicio dos objetivos fundamentales: Que Xóchitl Gálvez gane la Presidencia de la República y que los partidos que la integran tengan mayoría, tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores. No es lograr un objetivo y perder el otro. No. Los dos son absolutamente indispensables. Solo así podremos cambiar, para mejor, el rumbo del país. Pero para ello falta un gran trecho por recorrer, lleno de obstáculos, fortalezas, ánimos, desánimos, triunfalismos, derrotismos, encuentros, desencuentros, rigideces, frescura.

 

      Un fenómeno que estamos observando en las elecciones de varios países del mundo, es que los ciudadanos están enojados con el estatus quo respectivo y por ello están votando por personajes que no salen o no se identifican con la clase política en la que no creen. Y aquí en México ese perfil lo llena Xóchitl de sobra, sobre todo en comparación con su contrincante oficialista, quien tiene una larga carrera como militante en partidos de izquierda y que gobernando ha sido un absoluto fiasco sin dar los resultados esperados. En cambio, Xóchitl no es militante de partido alguno. Se identifica más con la sociedad civil que con la clase política tradicional. Es más, mucho de la percepción que se tiene de su precampaña es precisamente la dificultad de embonar su libertad apartidista con la inflexibilidad de los partidos.

 

      Aquí es donde entra la sociedad civil. Xóchitl tiene que ser percibida como lo que es: una “outsider”, alguien que viene de fuera, que no representa a los políticos de siempre, más espontánea que militante. Tiene que explotar su éxito de lograr un millón de firmas para que tres partidos políticos la aceptaran como la líder que encabezará la epopeya más grande de que tengamos memoria. Recalquemos que ella, como ciudadana, se impuso a los partidos, no al revés. Por todo ello, la batuta en esta campaña la debe de tener la sociedad civil. Sinceramente no esperemos que de los partidos políticos salgan las mejores estrategias de posicionamiento y de presentarla como una política tradicional, porque no lo es. Se tiene que romper esquemas, se tiene que resquebrajar inercias, se tiene que sacudir la cuadratura de los partidos. Si en un principio todos nos fijamos en ella, fue por su autenticidad, su carisma, su espontaneidad, su historia de vida, sus logros a pesar de haber nacido y crecido en un ambiente muy desfavorable. Su fuerza y corazón por México.

 

     Y ello solo lo puede hacer la sociedad civil organizada, los ciudadanos de a pie. Solo recordemos los “espectaculares” que la gente hizo con sus propias manos y los llevaba a cuanta reunión los invitaban. Cómo la gente empezó a crear corazones con la X, de todos los tamaños, formas y colores. Esa creatividad que sale de abajo habrá que recuperarla, explotarla, organizarla, para hacer una campaña muy diferente a las tradicionales. La gente está cansada de lo mismo. Es esa gente la que tiene que apoyar con ideas, imaginación, espontaneidad, disrupción. Crear formas diferentes de comunicar el mensaje de la mejor candidata ciudadana que pudimos escoger. También recordemos, que en el PAN, PRI y PRD apenas militan no más de 3 millones de ciudadanos. Se requieren más de diez veces esa cantidad para ganar una elección presidencial. Esos millones están en la sociedad civil. Vayamos por ello para lograr la proeza esperada.

 

      Si. Enfrente tenemos a un monstruo que tiene todo el poder corruptor para salirse con la suya. Pero también recordemos que es un Goliat con pies de barro. La clave es encontrar los puntos débiles para atacarlos y que caiga poco a poco. La rigidez de los partidos no es suficiente. Se requiere la frescura y la espontaneidad de los ciudadanos. Si hacemos cosas diferentes, lograremos resultados diferentes. Esperemos estar a la altura del reto que tenemos. ¡Ánimo!