Es la hora de la sociedad civil. ¡A darle!
“Las cosas son siempre distintas de lo que deben ser...
Si piensas esperar a que cambien, no harás nunca nada”.
Henry James
El gran logro de los ciudadanos sin partido, en el proceso para elegir a la persona que coordinaría los trabajos del Frente Amplio por México, fue el triunfo de Xóchitl Gálvez. Su perfil, más ciudadano que partidista, contrastó claramente con los de personajes como Santiago Creel, Beatriz Paredes, Enrique de la Madrid o Silvano Aureoles. A lo largo del proceso se constató que Xóchitl no era la candidata de las cúpulas del PAN, ni del PRI, ni del PRD. A pesar de todo ello, lo logró. Le ganó al movimiento de las estructuras de los tres partidos, si es que realmente fueron movilizadas. (Esto lo aclaro porque yo soy militante panista de Naucalpan y a mí nadie me pidió que votara o movilizara gente a favor de Santiago). Este fenómeno fue ampliamente festejado por todas las organizaciones ciudadanas que conforman el FAM. Un éxito rotundo.
Por ello, es de llamar la atención los comentarios de muchos Xochitlovers que publican en chats de WhatsApp y otras redes sociales quejándose de la inactividad de los partidos políticos en estos tiempos preelectorales. Que deben arropar a Xóchitl, que deben entrar en su defensa cuando es atacada, que no se ve movilización de sus estructuras para iniciar campaña, que los dirigentes están desaparecidos, que la dejan sola, etc. Si. Las acciones y estructuras de los partidos políticos son importantes para lograr el triunfo. Pero estamos hablando de no más de 3 ó 4 millones de personas que militan formalmente en alguno de ellos. Para ganar, Xóchitl requerirá 10 veces esa cantidad. ¿De dónde saldrán todos estos votos? De los ciudadanos que no tienen una militancia activa y que votan de acuerdo con sus simpatías y circunstancias personales, muy particulares. Si tantos peros se les pone a los partidos del FAM: que tienen a dirigentes impresentables, que tienen un pasado no muy halagador, que sus cúpulas solo quieren el poder, que viven de nuestros impuestos, etc., propongo que cambiemos de enfoque. Que dirijamos nuestras energías, a un solo objetivo: que cada vez más y más ciudadanos conozcan a nuestra futura candidata presidencial.
Tengamos muy presente que Xóchitl ha resultado todo un fenómeno que ha regresado la esperanza de un sector de la población mayoritariamente de clase media, que se maneja en redes sociales, que no se deja comprar por programas sociales, que son aspiracionistas. Pero recordemos que más de la mitad de los ciudadanos no la conoce, no ha oído hablar de ella. ¿Cómo y por qué la apoyarían? Aquí es donde la sociedad civil, organizada o no, tiene un mundo amplísimo para trabajar, sin tener que depender o aguantar a los partidos políticos. Olvidémonos de ellos. Que nuestro objetivo personalísimo sea que más y más ciudadanos la conozcan por la labor que hagamos en lo personal. Tenemos mucho material, tanto escrito como en videos que circulan profusamente en las redes sociales. Si a cada uno de nosotros nos devolvió la esperanza con sus historias de vida, lo mismo pasará seguramente con quienes la vayan conociendo. Y esta tarea es mía, tuya, de nosotros. De nadie más. No tengo que esperar a que alguien me diga qué hacer. Pero no nos quedemos en nuestra zona de confort, en los círculos donde ya es ampliamente conocida. En buscar convencer a quienes ya están convencidos. Pongámonos retos personales: Este fin de semana voy a pasear a tal o cual lugar y como que no quiere la cosa le preguntaré al taxista, al marchante del mercado, al mesero del restaurante, al que vende quesadillas, cómo perciben la situación del país y la suya propia. Si no están muy conformes, comencemos a jalar hilo hasta encontrar el momento de preguntarles ¿han oído hablar de Xóchitl Gálvez? Y de ahí pal real.
La carrera hacia la presidencia no es de 100 metros. Es un auténtico maratón. Enfoquémonos en la meta. Mientras más motivados estemos, más podremos motivar a otros. Comencemos ya. No esperemos los tiempos electorales. Hoy, hoy, hoy, diría el clásico. No dejemos la victoria o derrota en manos de alguien más. Trabajemos arduamente y cuando Xóchitl gane la presidencia, sintamos el orgullo de decir “Ganó porque yo hice mi parte”. ¡A darle!