En defensa de nuestros, aún, derechos constitucionales

“Privar a las personas de sus derechos humanos

Es poner en tela de juicio su propia humanidad”

Nelson Mandela

      Consummatum est. Con la aprobación de la sobrerrepresentación del bloque oficialista en ambas cámaras del Congreso de la Unión, se puede decir que se pone fin a un régimen político. Un régimen imperfecto, de insipiente democracia, con muchos problemas, pero en el que al menos había contrapesos y una sola fuerza política por sí sola no podía modificar la Constitución a su antojo.  Eso se acabó. Tendremos un retroceso de al menos 40 años, cuando vivimos bajo un régimen de partido hegemónico, calificado por el premio nobel Vargas Llosa como “la dictadura perfecta”. La vuelta al pasado no es solo política, sino económica. Se afirma que México crecerá en estos seis años de gobierno cuatroteísta, 0.8% es decir menos del 1%, cuando el presidente saliente había prometido crecer al 4%. Respecto al PIB per cápita, en este 2024 será similar al de 2017. Es decir, seis años perdidos.

 

      A pesar de todo esto, el partido oficial arrasó en las elecciones del 2 de junio y Amlo sigue gozando de una popularidad muy alta. Este negro panorama se completa con los 24 gobiernos estatales cuatroteístas, incluyendo a sus respectivas legislaturas locales. En ellos vive el 74% de la población mexicana. Lo que sigue es la desaparición de la Suprema Corte de Justicia de la Nación como la conocemos, más la eliminación de 7 organismos autónomos que de una u otra forma han puesto límites al gobierno a favor de los ciudadanos. Qué decir de la creciente intervención del crimen organizado en la vida política. La violencia sin fin que cobra miles y miles de vidas de personas de carne y hueso. Todo ello sin haber empezado el segundo piso de la cuarta transformación. Mínimo 6 años más, por verme optimista.

 

      ¿Y ahora? ¿Qué vamos a hacer los millones de ciudadanos que no estamos conformes con esta situación? ¿Cómo nos vamos a defender de las decisiones que tome la mayoría, de las cuales no tendremos recursos legales para echar mano? ¿Cómo vamos a defender nuestros derechos constitucionales a la salud, al trabajo, a la vivienda, a la educación, a la libertad de opinión, a la propiedad privada, etc.? ¿Qué va a pasar con la oposición, ya sea partidista o ciudadana? ¿Cuándo saldrá del marasmo, la irrelevancia, la apatía, el escondite donde se encuentra? Quien tenga las soluciones y los cómos hacerlo, que dé un paso al frente y que nos oriente sobre cómo y qué es lo que debemos hacer. Mientras ese líder aparece, me parece que lo más inteligente es rebotar ideas entre todos hasta lograr consensos que nos den luz de la manera en que hay que enfrentar nuestro futuro que ya es presente.

 

      Considero que lo primero que hay que hacer es aceptar que este régimen que inicia ya no es el mismo de antes y por lo tanto nuestras acciones no pueden seguir siendo las mismas. Quienes sobrevivimos al partido hegemónico de los 1970´s-80´s nos podemos dar una idea de lo que viene. Sin embargo, hay millones de ciudadanos que han vivido solo en la etapa democrática. ¿Cómo hacerlos conscientes de lo que viene? Más de 35 millones de personas votaron en la casa de los famosos, cifra muy similar a la que alcanzó la hoy presidenta de México. Es decir, lo doble de lo que alcanzó la oposición. Definitivamente tenemos un problema.

 

      Hay que seguir dialogando, intercambiando ideas, evitar confrontaciones entre nosotros, hacer críticas constructivas de lo que no estamos de acuerdo. Ponernos a trabajar en lo que creamos puede ayudar a crear conciencia ciudadana. Predicar con el ejemplo. Auto criticarme primero a mí de lo que he hecho y cómo he actuado. Luego ya podré opinar sobre lo que han hecho los demás. Pero siempre con espíritu abierto, buscando lograr acuerdos. Vislumbremos los peores escenarios de los que viene y pongámonos a trabajar en las posibles alternativas. Siempre habrá una salida. Nos necesitamos todos los que realmente buscamos un México democrático, aspiracionista, incluyente, en paz, moderno, respetuoso de nuestros más elementales derechos. Pensemos diferente. Actuemos disruptivo. Esto apenas comienza.  ¡Ánimo!