En busca de la Identidad perdida

“Acción Nacional se funda no con la intención de ser un partido ocasional, circunstancial. No será un partido de elecciones, sino una organización permanente, con un cuerpo de doctrina,

 con una filosofía política y social que defenderá siempre”

Manuel Gómez Morin

      Respecto a las debilidades y amenazas, no solo del PAN sino de la sociedad opositora a un gobierno autoritario en general, está la desdibujada visión del México que hemos estado ofreciendo a los ciudadanos. La amenaza mayor que podemos enfrentar hoy es sacrificar un futuro esperanzador por un presente acomodaticio, dentro de una zona de confort. Que en el discurso luchemos por la democracia, el bien común, la ética, y en los hechos hagamos todo lo contrario. Este problema no es de hoy. Es de tiempo atrás. No es solo coyuntural, ya es estructural. Por ello más nos vale hacer un alto en el camino, llevar a cabo una reflexión profunda de lo que realmente somos y desde ahí comenzar a poner los cimientos de una real y auténtica opción que vuelva a ser creíble para los millones de mexicanos que desde hace años nos han estado dando la espalda.

 

      En primer lugar, es fundamental reafirmar nuestra convicción de que primero esta el ciudadano antes que el Estado. El principio de subsidiariedad establece que “tanta sociedad como sea posible y tanto Estado como sea necesario”. La persona, a través de la comunidad en la que vive, requiere contar con las condiciones necesarias para poder desarrollarse plenamente en la medida de su ser, de su esfuerzo, de sus capacidades. En la proporción en que las condiciones la sobrepasen, entonces subsidiariamente entra en acción el Estado, no al revés. De ahí surge que la célula más importante de la sociedad es la familia. Si la familia falla, si se enferma, si decae, entonces la sociedad y la nación lo hará en la misma medida. Es deber del Estado brindar las condiciones adecuadas para el pleno desarrollo del individuo, de la familia y de la comunidad. Eso se llama bien común. Antes de que el Estado nos diga qué hacer, nos imponga ideologías o nos capture con dinero, debemos fomentar la solidaridad entre mexicanos. Debemos de recordar que el ser humano es a la vez individuo y ser social. Nadie puede vivir y sobrevivir en solitario, sin la intervención del prójimo. El individualismo es contrario al solidarismo, Todos tenemos nuestras propias necesidades, preocupaciones y anhelos, pero nadie puede ser ajeno a lo que pasa en su comunidad.

 

      Otro elemento esencial de nuestra filosofía política es el reconocimiento y la irrestricta defensa de la dignidad humana. La persona tiene un cuerpo material y un alma espiritual, con necesidades que satisfacer y aspiraciones que cumplir. Y estas solo se pueden llevar a cabo cabalmente si dicha persona desarrolla todo su potencial, apoyada solidariamente por la sociedad de la que es parte y subsidiariamente por el Estado cuando no pueda hacerlo por ella misma. Las políticas públicas que surgen de esta visión, no puede ser una competencia de ver quién ofrece más dinero a los ciudadanos para tenerlos contentos, leales y obedientes a quien lo mantiene sometido. Las y los mexicanos queremos trabajar con un empleo digno, queremos valernos por nosotros mismos. Solo requerimos de las condiciones para lograrlo. Con apoyo al micro y mediano empresario, quienes emplean al 80 por ciento de quienes trabajan. Una economía solidaria de mercado es la manera más natural para dicho desarrollo, en lugar de un gobierno estatista que sea propietario de empresas. La experiencia no solo en México sino mundialmente nos indican con números duros que todo gobierno es muy mal administrador y peor empresario.

 

      El gran reto es traducir todo lo dicho en estos párrafos en políticas públicas concretas, en leyes para que todos podamos vivir en un estado de derecho en el que sepamos y respetemos las reglas establecidas democráticamente. En articular mensajes, narrativas sencillas y comprensibles para que los mexicanos entiendan, acepten y luchen por una forma de vida y de gobierno radicalmente diferente a la actual. Un partido, una fracción de la sociedad, no pueden solos. Nos requerimos todos. Millones de mexicanos están a la espera de una fuerza coherente, confiable, con visión de futuro para unirse y trabajar para alcanzar a salir de este laberinto en el que estamos sumidos. Ya sea en un partido político o desde la sociedad organizada, es tiempo de ponernos a trabajar. ¡A darle!