El Partido de la Familia

“Como siempre: lo urgente no deja

 tiempo para lo importante”

Mafalda (Quino)

      Hagamos a un lado por un momento lo aterrador del día a día y concentrémonos en lo que vale la pena reflexionar. Si hay un valor que identifica al Partido Acción Nacional con el sentir mayoritario del mexicano es la defensa de la familia. Este es un hallazgo al que preliminarmente han llegado los integrantes de la Comisión de Análisis y Evaluación, que dicho partido creó a raíz de los desastrosos resultados del pasado proceso electoral. Aquí encontramos una veta de oro para diferenciarnos radicalmente del discurso oficialista. Éste privilegia “por el bien de todos, primero los pobres”, que en los hechos se ha traducido en “mientras más pobres mejor”, ya que por estrategia política (Amlo dixit) van a lo seguro al mantenerlos en ese estado para no perder su apoyo y por ende el poder. En cambio, un principio fundacional del PAN ha sido y deberá seguir siendo la defensa y protección de la familia, como núcleo medular de la sociedad.

 

      Por ello vale la pena retomar cuáles han sido las banderas panistas a este respecto. Desde 1939, en uno de sus principios de doctrina, Persona, afirma: “La Nación no está formada por individuos abstractos ni por masas indiferenciadas, sino por personas humanas reales, agrupadas en comunidades naturales como la familia, el municipio, las organizaciones de trabajo o de profesión, de cultura o de convicción religiosa”. En la proyección de Principios llevada a cabo en 1965, se desarrolla más detalladamente en estos términos: “La familia, comunidad de padres e hijos y unidad social natural básica, tiene influjo determinante en la sociedad entera. La familia tiene como fines naturales la continuación responsable de la especie humana; comunicar y desarrollar los valores morales e intelectuales necesarios para la formación y perfeccionamiento de la persona y de la sociedad, y proporcionar a sus miembros los bienes materiales y espirituales requeridos para una vida humana ordenada y suficiente. Y, en una tercera proyección de Principios en el 2002, se afirma entre otros conceptos: “Compete a la familia comunicar y desarrollar los valores morales e intelectuales necesarios para la formación y perfeccionamiento de la persona y la sociedad. La familia tiene preeminencia natural sobre las demás formas sociales, incluso el Estado… Erradicar la violencia familiar es imperativo del Estado y la sociedad. Debemos redistribuir equitativa y solidariamente entre hombres y mujeres la responsabilidad familiar.”

 

      En términos cuantitativos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México, el 16.1% de los hogares son monoparentales. La mayoría de los hogares son nucleares (71%), seguidos de los ampliados (28%) y los compuestos (1%). En las familias monoparentales, la jefa es mujer en el 80% de los casos. La edad promedio de las jefas es de 52 años, y la mitad de ellas son viudas. El promedio de hijos por familia monoparental es de 2.2. La mitad de las familias están en una etapa de desarrollo intermedia, con hijos de diferentes edades. El otro 40% de las familias están en la etapa de expansión, con hijos menores de 15 años. Estos datos son fríos y no nos dirán mucho. Es crucial adentrarnos en la información cualitativa que está más allá de los números.

 

      En lugar de seguir atentos y angustiados en la vorágine de los temas mediáticos cotidianos, sería muy saludable concentrarnos en los temas que nos darán la posibilidad de futuro. Si en verdad queremos volver a ser opción política para millones de mexicanas y mexicanos, debemos dirigir nuestros esfuerzos en entender, analizar, sentir, vivir, socializar, qué está pasando con lo más preciado que tenemos: la familia, la nuestra, la de nuestro prójimo y la de millones de compatriotas. Atender las causas de los problemas de ninguna manera puede traducirse en solo dar dinero a diestra y siniestra para mantener a todos pasivos para que vayan sobreviviendo o que sigan distraídos. Atender las causas es entrar de lleno a entender la problemática que vivimos a diario y encontrar soluciones a temas como la pérdida de valores, violencia familiar, descomposición social, feminicidios, trata, abuso de menores, drogadicción, en fin, saber los porqués del resquebrajamiento de la columna vertebral de la sociedad. Hay mucho que trabajar y mucho que aportar. ¡A darle!