El Nudo Gordiano Opositor
“Las diferencias internas, se resuelven sabiamente
Con negociaciones pacíficas”
Alejandro Magno
La historia del nudo Gordiano se remonta a la época de Alejandro Magno (356-323 a.c.). Según la tradición, en la ciudad de Gordium en el año 333 a.c., había un carro atado, con una lanza y el yugo, con un nudo cuyos cabos se escondían en el interior, tan complicado que nadie podía desatarlo. Según se profetizó entonces, aquel que lo consiguiese, conquistaría el Oriente. Cuando Alejandro se dirigía a capturar el imperio persa, sometió la región de Frigia, donde lo enfrentaron al reto de deshacer el nudo. Al ver lo complicado para encontrar la solución, resolvió el problema cortándolo de un golpe con su espada, con la lógica de que es los mismo cortarlo que desatarlo. (Wikipedia)
Hoy, la oposición tiene que resolver algo así como un nudo Gordiano. ¿Por qué? Veamos. A nivel partidos políticos no se ve un movimiento fuerte, coherente, solido para enfrentar al oficialismo. Por un lado, las élites que dominan dichos partidos siguen la lógica de las burocracias de las que hablaba Max Weber a principios del siglo pasado. Una vez que obtienen el poder, su objetivo es conservarlo. En los mismos partidos la militancia se queja de lo anterior ya que ésta aspira a ser parte de la dirigencia para contribuir a que dichos partidos vuelvan a tener credibilidad. El nudo aquí estriba en que las dirigencias son profesionales, es decir, trabajan de tiempo completo, se han esforzado para conseguir el poder y es difícil convencerlos de que entreguen algo por lo que han taloneado arduamente. Por el otro lado, los militantes de a pie no viven de la política. Entran y salen de ella según sus intereses, motivaciones o posibilidades. Su participación es intermitente, por lo que no tienen ni el trabajo, ni la fuerza ni la cohesión para disputar el poder interno. Así, por mucho ímpetu que tengan, sus aspiraciones se ven frustradas llevándolas al desánimo y a la inconformidad. Hay que desatar o cortar el nudo tomando en cuenta esa realidad y encontrando la o las soluciones que logren el objetivo de unificar criterios, negociar alternativas y que todas las partes alcancen objetivos concretos. Un esquema de ganar-ganar.
Por el lado ciudadano, hay una creciente desconfianza en todo lo que suene a partidos políticos. Se les considera corruptos, alejados de la gente, cerrados, elitistas, que solo buscan el poder por el poder mismo, etc. Sin embargo, los apartidistas no cuentan ni con la estructura ni con los liderazgos necesarios para lograr ser una amenaza al poder establecido. Hay diversos esfuerzos aislados, según la causa a defender, que no logra los objetivos deseados. Incluso hay voces que hablan de la necesidad de crear un partido político nuevo que no tenga los vicios de los actuales. Lo irónico del caso es que la única salida tanto para partidos como para ciudadanos es que los primeros se abran a los segundos y los segundos se metan de lleno a los primeros. Solo así la oposición podrá renacer para enfrentar al oficialismo en turno. ¿Quién podrá ser el Alejandro del siglo XXI que piense y actúe diferente para desatar cortando el nudo Gordiano que tenemos enfrente?
No se ve a nadie con ese liderazgo, ni dentro de los partidos ni en las organizaciones de la sociedad civil. Por lo tanto, lo que nos queda es reconocer e impulsar a decenas o centenas de Alejandros y Alejandras que tengan esa capacidad de encontrar salidas donde otros no las encuentran. De darle la vuelta a problemas que se ven irresolubles. De trabajar en forma distinta para llegar a las conciencias de aquellos que hoy son indiferentes o están desanimados. Hay que estar atentos a las diversas luchas que día a día están dando ciudadanas y ciudadanos en múltiples causas, regiones, espacios. Empecemos a encontrar puntos en común, coincidencia, valores similares. Hagamos eco de otras frases que se le atribuyen a Alejandro el Magno: “Recuerda que de la conducta de cada uno depende el destino de todos”. “Una de las cosas que aprendí cuando estaba negociando era que hasta que no me cambiara a mi mismo, no podía cambiar a otros”. “Con la actitud correcta, las limitaciones auto-impuestas desaparecen”. “Aquellos que tienen el valor de vencer el miedo, son hechos libres y los que son conquistados por él, sufren hasta tener el valor para derrotarlo, o se los lleva la muerte”. Escojamos la que nos motive más y pongámonos a trabajar.