¿El combate a la desigualdad es un tema de derechas o de izquierdas?

“Francamente hablando:

hay en este mundo desigualdades que asustan”

Gustavo Adolfo Bécquer

 

Un tema que forzosamente debe estar en el debate para el 2024 es la enorme desigualdad social que existe en México y las políticas públicas que propongan los actores políticos para reducir dicho fenómeno. Según cifras del Banco Mundial, los países más desiguales del mundo están en África y Latinoamérica, con México incluido entre los más desiguales.

 

El combate a la desigualdad y la pobreza, en teoría, está muy asociado al pensamiento de izquierda. ¿Por qué? Porque en ese discurso, las clases altas y/o grandes empresarios, se dedican a robar a los trabajadores el fruto de su trabajo. Es por ello por lo que, para evitarlo, se debe contar con un Estado fuerte y benefactor que sea el responsable, a través de políticas públicas, de combatir la pobreza y la desigualdad, quitándole a los ricos lo que injustamente se llevaron.  En contraposición a este modo de pensar, vayámonos a la derecha, donde se sostiene que lo importante es que las grandes empresas produzcan lo más posible, y ya una vez que tengamos riqueza, esta podrá ser distribuida a todos con acciones mínimas del Estado. Primero hay que crear el pastel y luego distribuirlo. Mientras más empresas y menos Estado, mejor. La “mano invisible” del mercado hará su trabajo.

 

El problema con ambas visiones es que ninguna de las dos ha resuelto el fenómeno como teóricamente afirman. Del lado de la izquierda, históricamente se ha comprobado que, en la realidad, el discurso es excelente para atraer almas románticas y justicieras, pero que al ponerlas en práctica han resultados rotundos fracasos. La antigua Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), lo único que logró fue crear un imperio después de la segunda guerra mundial, donde el estado se dedicó a tratar de hacerla de empresario y de acallar con muerte a millones de personas que pensaban que ese no era el camino. El ideal de la “dictadura del proletariado” (Aja) terminó en 1989 con la desintegración de la URSS, dando paso a un gobierno capitalista de los cuates de Putin. Lo mismo podemos decir de China, cuyo gobierno “popular” solo lo tiene en su nombre oficial, ya que también derivó en un sistema capitalista controlado por una dinastía moderna del partido comunista. De Cuba, Venezuela, Nicaragua, etc., etc., ya ni hablamos. Ahora que la gran mayoría de países latinoamericanos será gobernada por partidos de izquierda, veremos si han aprendido la lección o repetirán los mismos errores de sus antecesores.

 

Con respecto a la derecha, con un sistema capitalista como eje rector, tenemos a los países latinoamericanos, cuyo resultado es estar entre los más desiguales del mundo. En México según CONEVAL, a pesar de haber gobernado el PAN del 2000 al 2012 (que no nos consideramos de derecha), no se logró reducir significativamente ni la pobreza ni la desigualdad, a pesar de la gran cantidad de recursos asignados a los programas sociales.  Ahora en México, con un gobierno “de izquierda”, tenemos 3.8 más de pobres y la desigualdad se ha incrementado, ya que los ricos se han vuelto más ricos y los pobres más pobres. Es claro en los hechos que este gobierno actúa en base en ocurrencias, sin ningún entendimiento ni visión de cómo reducir la desigualdad. Pero eso sí, con una narrativa que mantiene al presidente con una popularidad muy alta a pesar de sus nulos resultados.

 

Ante este panorama, ¿Cuál es la lección para Acción Nacional? Si la desigualdad en México es un fenómeno presente y muy profundo, ¿qué políticas públicas, habrá que implementar para reducirla? Y antes que eso, preguntarnos ¿la desigualdad es causa o es efecto? ¿se debe tratar como una cuestión principalmente económica o cultural? ¿Por qué los países latinoamericanos son los más desiguales del mundo? ¿Es posible tomar como ejemplo e implementar soluciones similares de países que han logrado reducir su desigualdad como Finlandia, Dinamarca y otros países escandinavos? ¿Qué podemos hacer diferente para lograr verdaderamente “una patria ordenada y generosa”? Ya gobernamos este país a nivel federal por doce años. Sin embargo, no dimos los resultados esperados por la población y nos mandaron de vuelta a la oposición. ¿En qué fallamos? A pesar de políticas públicas exitosas como el Seguro Popular y las Estancias Infantiles, que hoy tanto se añoran, nos faltó visión y profundidad para empezar a revertir la desigualdad que vivimos, desde una óptica verdadera del humanismo político.

 

No hay duda de que falta mucho por reflexionar y hacer. Si realmente queremos ser una alternativa diferente a los gobiernos de derecha e izquierda, lo implementado por los gobiernos panistas no ha sido suficiente y los mexicanos nos lo han hecho saber. Sigamos buscando la cuadratura al círculo en las próximas reflexiones disruptivas.