¿Dónde está el mensaje para los decepcionados y novatos?

“A veces la desilusión es buena.

Te hace poner los pies sobre la tierra.”

Robinson Aybar

 

Si Acción Nacional pretende ganarse la confianza de millones de ciudadanos, con el objetivo concreto de ganar las elecciones en el 2023 y 2024, sería un craso error hablarle solo a su base dura (¿15%?), o tratar de ser una opción antiamlo, cualquier cosa que eso signifique. El actual presidente de la república llegó al poder con el apoyo de 30 millones de ciudadanos que confiaron en él y su imagen de cercanía con el pueblo. Después de 4 años de gobierno, y ante el inevitable desgaste del poder, mucho más si no hay resultados, las encuestas recientes sitúan a su base dura como en 15 millones. Es decir, allá fuera hay otros 15 millones de ciudadanos decepcionados que están a la deriva. Adicionalmente, habrá varios millones de jóvenes que votarán por primera vez.

 

Las marchas ciudadanas del 13 de noviembre, en defensa del INE, nos enseñaron que hay una ciudadanía dispuesta a salir a defender una institución en la que cree, más allá de filias y fobias partidistas. Hoy la oposición, que está construyendo y reconstruyendo una coalición de partidos entre PAN, PRI y PRD, debemos leer muy bien el mensaje de esas marchas. Veamos solo algunas lecciones:

 

En primer lugar, hay que reconocer que no es lo mismo el Instituto Nacional Electoral que los partidos políticos. El INE es quizá la institución con mayor reconocimiento por parte de los mexicanos. En cambio, los partidos están hasta los últimos lugares en popularidad. No nos vayamos con la finta de que ya la hicimos y que los cientos de miles de ciudadanos que marcharon ya los tenemos en la bolsa. Hay mucho trabajo e inteligencia necesaria para lograrlo. ¿Qué acciones estamos llevando a cabo para involucrarlos?

 

Segundo, los tres partidos de la coalición opositora ya han gobernado a nivel estatal y municipal; PAN y PRI a nivel federal también. Incluso se han hecho gobiernos en coalición y, aun así, en el 2018, la gente dio su voto por morena. ¿Quiénes nos castigaron? No fueron ni los votos duros de la oposición, ni los del partido en el gobierno. Fueron aquellos votantes que no militan en partido alguno, que no tienen preferencias preestablecidas y que deciden según sus muy particulares y legítimos intereses. ¿Cuál es el mensaje que estamos construyendo para atraerlos?

 

Tercero, si quienes deciden los triunfos en las elecciones son los ciudadanos apartidistas, más no apolíticos, ¿qué acciones estamos llevando a cabo para reconocer esta realidad? En la medida que nos encerremos dentro de los partidos, solos o en coalición, y actuemos en base a nuestros propios intereses, en esa medida seguiremos sin ser una opción diferente. Sí, hay muchos millones de votantes arrepentidos de morena; pero hay que recordar que también se arrepintieron de nosotros y nuestra forma de gobernar.

 

Cuarto, los jóvenes, hombres y mujeres. En uno de tantos encuentros por zoom de organizaciones que convocan a líderes opositores para exponer sus ideas y proyectos, uno de los asistentes hizo notar que, de las diferentes audiencias que participan, prácticamente no hay jóvenes; siempre son los mismos de mediana y tercera edad. ¿Quién, quienes están analizando, entendiendo y atendiendo las inquietudes de los millones de ciudadanos que tendrán edad para votar por primera vez? Recordemos que, con el surgimiento de las redes sociales, la manera de hacer política ha cambiado radicalmente. Ya los chorros mareadores, profundos, largos, y a veces muy confusos, no van a atraer a nadie. Esto no significa de ninguna manera que banalicemos la política y que dejemos a un lado de nuestro mensaje a los complejos problemas nacionales. Es fundamental trabajar en ellos, encontrar soluciones novedosas, con visión de futuro y, sobre todo, involucrando a los jóvenes y a los arrepentidos. Sin embargo, también tenemos que trabajar arduamente en la forma de presentar nuestro mensaje, nuestra narrativa. Hacer sencillos los planteamientos profundos y dar soluciones fáciles de entender para quienes desconfían, a veces con razón, de todo lo que huela a política.

Solo así entenderemos el por qué personajes como el que ahora está ejerciendo el poder a nivel nacional pudo llegar a gobernar un país con 130 millones de habitantes y que está entre las 15 economías más grandes del mundo. Si él pudo, ¿qué nos impide a nosotros volver a lograrlo? La vara está quedando demasiado baja. Si no lo aprovechamos, no tendremos remedio. ¡A darle!