Cuidado con los distractores. Pensemos diferente

“Sé más inteligente que el distractor.

Demuestra que el juego que juegas es el tuyo,

No el de él.”

Anónimo

      Estando a cuatro meses de la elección más grande y trascendente de México toda acción de los políticos debe leerse con un claro tinte electoral. Es el caso evidente del habitante de palacio nacional quien, a solo ocho meses de dejar el cargo anuncia con bombo y platillo que el 5 de febrero dará a conocer 23 iniciativas de ley sobre muchos temas que inciden en la vida de México. A estas alturas de su “gobierno”. Es de suponer que muchas de ellas requerirían cambios constitucionales para ser aprobadas. Seguramente la gran mayoría de actores políticos y comentaristas se verán enfrascados sobre la viabilidad o no de dichas propuestas. Sin embargo, no debemos perder el foco. No podemos distraer nuestra atención hacia asuntos que lo más probable no vayan a ser aprobados en el congreso federal, ya que requerirán mayorías calificadas, las cuales no las tienen los legisladores del partido oficial.

 

      Nosotros no caigamos en ese juego. Al contrario. Si el presidente fija agenda para que todos vayan con ella, nosotros debemos de ver exactamente al lado contrario. No podemos perder el foco electoral. Lo primero que tenemos que entender es que estas elecciones no serán comunes y corrientes. No serán como lo han sido las anteriores. Estamos ante unas elecciones de estado, o, mejor dicho, de narco estado. ¿Qué significa esto? Pues que el presidente y su gobierno harán todo lo posible porque gane su corcholata. Que no hay piso parejo, que toda la estructura gubernamental estará cargada hacia la candidata oficial. Que seguirán publicando encuestas a modo, noticias falsas, rumores de que no hay de otra, que ya no hay nada que hacer. Que habrá millones de pesos para comprar las elecciones. Que seguirá el pacto, mil veces demostrado, entre gobierno y narcotráfico. El panorama es desolador. ¿Hay remedio? ¿En realidad yo, tú, nosotros, podemos influir en el resultado final? Por supuesto que sí.

 

      La primera tarea que cumplir es creer, sin lugar a duda, de que sí es posible ganarle a este Goliat con pies de barro. Creer en nosotros mismos. Blindarnos ante el desaliento, fake news, encuestas pagadas, opiniones de familiares, amigos, conocidos, de que este arroz ya se coció. Segundo, informarnos bien. Recibimos una enorme cantidad de memes, mensajes, videos, etc., que debemos analizar, sopesar y concluir cuál es falso y cuál verdad. Reenviar mensajes positivos, noticias verificadas. Evitar reenviar temas que no nos constan, repetidos o de plano falsos. Tercero, quizá el más importante, actuar, ponernos en acción. Solos no podremos hacer nada. Hay que integrarnos a algún partido de la coalición Fuerza y Corazón por México. Si no nos atrae ninguno, llamar la puerta a alguna de cientos de organizaciones de la sociedad civil que están trabajando para hacer realidad el triunfo de Xóchitl Gálvez. Si tampoco sabes a cuál unirte, éntrale a un grupo de Xochilovers, crea uno, ya sea con familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos. Crear redes de apoyo, difundirlos y hacerlos crecer sin descanso. Para que los ciudadanos voten por nuestra candidata, primero tienen que conocerla. Trabajemos para que no haya mexicano que no la conozca. Siempre hay una ocasión para hablar del tema. En la colonia, en el super, en el trabajo, en el transporte público.

 

      Que nos quede claro. No hay maquinaria oficial, no hay organizaciones criminales, no hay estructuras partidistas, no hay dinero que alcance, que puedan vencer a una sociedad organizada y actuante. Aunque no lo parezca, depende de nosotros, de nadie más. Todo lo anterior es posible derrotarlo si alrededor del 65-70% de los ya cien millones de electores salimos a votar. Hay mucha tela de donde cortar. Pensemos diferente, reflexionemos disruptivo. No perdamos el objetivo. No aceptemos distracciones. Salgamos a convencer a los decepcionados, a los abstencionistas, a quienes no saben aún por quién votar. Hay mucho que trabajar. ¡A darle!