Credibilidad

    “Si trato de aparentar algo diferente a lo que soy,

 mis interlocutores lo van a notar y perderé credibilidad.”

    Natalia Gómez Del Pozuelo

      A mi juicio, el tema fundamental para la oposición en general, y para los partidos políticos en lo particular, es qué hacer y cómo serlo para volver a ser creíbles para millones de mexicanos que ya no nos creen. Qué mejor momento para iniciar una profunda reflexión del México que ofrecemos, que la etapa en el que estamos, después de una contundente derrota electoral y a las puertas de la renovación de sus dirigencias. Ya no tenemos mucho que perder y sí mucho que ganar. Nuevamente me concentraré en el PAN, ya que el PRI está demostrando que no tiene remedio y el PRD está en su funeral. MC podría ser motivo de un análisis posterior. La primera pregunta para hacerse sería, ¿por qué hemos llegado a este grado de descrédito? ¿qué hicimos tan mal que perdimos el apoyo de millones de mexicanos que un día nos llevaron a la Presidencia de la República? ¿En verdad somos y hemos demostrado ser peor partido y peores gobiernos que los de Morena? La respuesta contundente debería ser que no, de ninguna manera. ¿Entonces?

 

      Con un ejercicio FODA (Fuerzas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas) podríamos tener indicios de por dónde trabajar. A vuelo de pájaro podemos decir algunas de las fortalezas de Acción Nacional: Primer y único partido que nace desde la ciudadanía, para ser una escuela ciudadana, con el objetivo de ser un instrumento de los mexicanos para acceder al poder. No nace de ninguna escisión del partido hegemónico ni nunca pretendió serlo. Con la llegada del PAN a la presidencia de México se acabaron las devaluaciones que cada crisis sexenal nos propinaba el PRI. Se crearon organismos autónomos como el INAI, el Instituto de las Mujeres. Se apoyó a los micro y medianos empresarios con programas diseñados para su desarrollo. Se manejaron las finanzas de una manera responsable, con crecimiento modesto, pero crecimiento al fin. Se apoyó a las personas con más carencias con el programa Oportunidades, que incentivaba a las familias a que sus hijos tuvieron una buena alimentación, salud y educación para romper el círculo vicioso de la pobreza. Se apoyó a las mujeres violentadas con refugios, a las madres trabajadoras con las guarderías infantiles. Se creó el Seguro Popular que dio servicio a millones de mexicanos que no estaban afiliados al IMSS o al ISSSTE. Por espacio aquí la dejo.

 

      Me voy a las Debilidades, para dejar las oportunidades y amenazas para otro momento. Los panistas nunca fuimos políticos de tiempo completo. Íbamos y veníamos según nos permitía nuestra fuente de ingresos. Tampoco logramos penetrar a todos los rincones del país. Éramos fuertes en la ciudades y débiles en el campo. Supusimos que al llegar al poder íbamos a implantar la democracia como estilo de vida y forma de gobierno, logrando desaparecer poco a poco a la cultura priísta. Sin embargo, el acceso al poder y el gusto por ejercerlo nos imbuyó dicho modus vivendi y nos vimos engullidos en él. Nuestra victoria cultural, de la que habló Carlos Castillo Peraza, duró muy poco. No la pudimos ni supimos consolidar. Nunca pudimos prescindir del corporativismo priista y siempre necesitamos de su apoyo para ejercer el poder. Lo más grave de todo es que la honradez, la ética, el espíritu de servicio, la democracia en su vida interna, se fueron diluyendo en aras de conservar el poder a toda costa. Nos alejamos de los ciudadanos y con ello fuimos perdiendo credibilidad.    

 

      Por supuesto hay mil cosas más que tomar en cuenta. Pero con lo expuesto podríamos empezar a sacar algunas conclusiones generales. ¿Le hemos hecho bien a México? Por supuesto que sí. ¿Dejamos de hacerle bien a México? En algunos aspectos sí, en otros no. ¿Tenemos de dónde recuperar la confianza ciudadana? Claro que sí. ¿Nuestros líderes, los militantes y simpatizantes estamos a la altura del reto? He ahí la cuestión. Debemos entender que el problema del PAN no es coyuntural, de liderazgos y métodos obsoletos e ineficaces. Es mucho más profundo, estructural, desafiante. Requiere sacudirnos autocomplacencias, pensar diferente, actuar disruptivo. Las soluciones no pueden surgir de arriba solamente. Es fundamental y crucial escuchar a los militantes, a la sociedad. Trabajemos para lograr lo que parece imposible. La esperanza muere al último. ¡Ánimo!