Cierre de campañas esquizofrénico
“Lo que distingue lo real de lo irreal está en el corazón”.
John Nash
A 24 días de las elecciones más importantes en la vida de nuestro país, México vive una realidad radicalmente dividida en dos. Blanco y negro. Cielo e infierno. Todo bien y todo mal. Por un lado, la candidata oficial afirma ante consejeros de BBVA que la elección del 2 de junio es solo un trámite, ya que, según ella, ya ganó. La gran mayoría de las encuestas que se publican dan por ganadora a la narcocandidata por 10, 20 o 30 puntos. La comentocracia de los medios de comunicación también la da como ganadora. Que solo un milagro haría que perdiera. Que este arroz ya se coció. También cuenta con el apoyo de 23 gobernadores, los miles de millones de pesos otorgados a los beneficiarios de programas sociales. Y, sobre todo, con los dos aliados más pesados: el crimen organizado y el presidente de la república. Viendo así el panorama, parecería que efectivamente no hay nada que hacer y que nos tendríamos que resignar a vivir al menos otros seis años del segundo piso de una pesadilla que no tiene fin.
Por otro lado, todos somos testigos de la realidad del país. Más de 180 mil asesinados, 5 mil feminicidios, mas de 50 millones de mexicanos sin servicio médico, pacientes sin medicinas, una inflación que no cesa, mas de 800 mil muertos por el pésimo manejo de la pandemia del COVID 19. Cada vez más territorio del país cooptado por el crimen organizado, los militares que son humillados por los criminales, ya que tienen la instrucción de darle abrazos, no balazos. La descarada e imparable corrupción de los hijos del presidente, de sus amigos, familiares, compañeros de partido. Los miles de millones literalmente tirados a la basura en ocurrencias que no servirán para nada, como la refinería de Dos Bocas, el AIFA y el tren “falla”. La insultante corrupta mediocridad en el manejo de PEMEX y CFE que nos tienen al borde de la quiebra y desabasto de energía. Y así podríamos seguir y seguir dando ejemplos del rotundo fracaso de este desgobierno. En verdad, ¿los mexicanos no se dan cuenta de este desastre?
Si estamos hablando del mismo país ¿cómo es posible que haya dos formas de percibirlo tan diametralmente opuestas? En cualquier país civilizado del mundo, una jefa de gobierno que fue responsable de la muerte de 26 personas por la caída del metro debería haber renunciado por dignidad, ser juzgada por su ineptitud y corrupción y pasar un largo tiempo en la cárcel. Sin embargo, estamos en México. Esa persona no solo no ha sido inhabilitada, sino que es la candidata a la presidencia de la república por el partido gobernante. Es evidente que no hay justicia, no hay rendición de cuentas, se protege a quien muestra sumisión y lealtad al presidente y se ataca feroz e ilegalmente a quienes se atreven a opinar diferente. Esta realidad esquizofrénica ha vuelto lo bueno malo y lo malo, bueno. ¿Quién tiene la razón? Quienes opinan que este arroz ya se coció y que viviremos seis años más con un segundo piso de la “deformación de cuarta” o quienes aseguran que los mexicanos no pueden ser tan masoquistas y que se dan cuenta, aunque no lo demuestren abiertamente, del pésimo gobierno que tenemos.
Estas dos visiones estarán confrontadas el 2 de junio. Nada está definido, ni a favor ni en contra. Ni la corcholata ya ganó ni Xóchitl tiene asegurado el triunfo. Estos 24 días son nuestra última oportunidad para convencer a los indecisos, a los arrepentidos, a los indiferentes, a los abstencionistas. A todos aquellos que quisieran que ganará Xóchitl, pero dan por sentado que ganará la candidata de las mentiras. ¿Por qué piensan así? Con todo respeto, qué falta de respeto a uno mismo, qué falta de confianza, qué mediocridad. Zarandeemos, sacudamos, motivemos a todos los débiles de convicciones. Claro que es posible ganar. Contagiemos alegría, entusiasmo, esperanza. Toquemos corazones, llamemos a la acción. Todos a participar en las marchas en decenas de ciudades de la república el 19 de mayo. Mostremos la fuerza necesaria para lograr el triunfo este 2 de junio a fin de que Xóchitl sea la primera Presidenta de México. ¡Sí es posible! ¡A darle!