Cambio de Dirigencia. Oportunidad única
“No se deje engañar por lo que aparezca
en la superficie. En las profundidades es
donde todo se vuelve ley.”
Rainer María Rilke
Hoy más que nunca México requiere contar con una fuerza opositora creíble, ciudadana, con visión de futuro, conocedora de los problemas de la población y con soluciones innovadoras, factibles, concretas. El problema es que ésta fuerza hoy no existe. Hay que trabajar para construirla. Y trabajar a marchas forzadas, ya que la cuatroté tiene todo lo necesario para hacer de este país lo que se le venga en gana. En el principal partido político opositor, el PAN, la gran mayoría de los panistas coinciden en que, de seguir haciendo lo mismo, terminaremos en el basurero de la historia, mucho antes que el gobierno actual. Hay un consenso generalizado de la importancia de cambiar para volver a ser opción ciudadana. El cambio de su dirigencia nacional es la oportunidad única para dar ese golpe de timón que millones de ciudadanos esperamos.
Un conjunto de exgobernadores panistas se ha pronunciado en múltiples ocasiones para dar su opinión sobre las debilidades del PAN y las posibles alternativas. Últimamente, también los actuales gobernadores panistas coinciden en que Acción Nacional debe cambiar de rumbo si no quiere terminar en la irrelevancia total. La y el candidato a la dirigencia nacional, Adriana Dávila y Jorge Romero, también se han expresado en la misma sintonía. Qué decir de los miles de panistas en los municipios de toda la república, que sufren la falta de actividades, de oportunidades, de trabajo en calle, de dirección, vamos hasta de empatía interna. Finalmente, los millones de ciudadanos que simpatizan y votaron por el PAN, pero que no ven que tenga la fuerza suficiente, ni la calidad moral, para enfrentar a la aplanadora que tenemos enfrente. La pregunta obligada sería, si la gran mayoría de panistas y ciudadanos estamos de acuerdo en lo mal que estamos, ¿por qué no nos ponemos de acuerdo para trabajar unidos y lograr encontrar la salida, la luz al final del túnel?
La primera respuesta a bote pronto podría ser que, para diagnosticar, todos somos buenos, pero para encontrar la solución, cada cabeza es un mundo. El diagnóstico es un trabajo intelectual, el cual, si se llega a las causas, detona las posibles soluciones. Sin embargo, si se queda en los efectos, encontrará alternativas que no aportarán nada nuevo. En cambio, las soluciones requieren acciones concretas, muchas de las cuales afectarán intereses, costumbres arraigadas, cotos de poder, malas prácticas. Es ahí donde ya no es tan simple poner en práctica lo que nos dice el diagnóstico. Por ello la importancia de elegir a la persona que sea líder y no jefe.
¿Qué necesitamos, un dirigente que tenga todas las respuestas y nos diga cómo llevarlas a cabo? O ¿Un líder que ponga a trabajar a toda la estructura para encontrar entre todos las salidas? ¿Un jefe que imponga reglas, formas de trabajo, directrices verticales, y que premie o castigue de acuerdo con los resultados? O ¿Un líder que inspire, que motive, que les dé a todos sus lugares, que haga las preguntas correctas para encontrar las respuestas idóneas? ¿Un jefe que se imponga por la fuerza o un líder que convenza? ¿Un jefe que hable de dientes para fuera o un líder que se arremangue la camisa y se ponga al frente de su gente para enfrentar inercias, hacer crujir estructuras anquilosadas, que haga lo que piensa y dice, que, si se topa con obstáculos, tenga la capacidad e inteligencia de darles la vuelta para lograr sus objetivos?
Los militantes panistas tenemos una grave cita con el partido y con México. Involucrémonos, oigamos propuestas de quienes aspiran a dirigir, analicemos historias de vida y de trabajo, intercambiemos puntos de vista con compañeros y amigos. Sin embargo, no nos quedemos con nuestra misión limitada. Sería muy saludable conocer la opinión de los ciudadanos sobre el PAN que esperan para aceptarlo como suyo y trabajar de la mano. Empieza un proceso de lo más importante para el futuro de México. No lo dejemos pasar, seamos parte de la historia. Que cada uno asuma su responsabilidad y responda por sus hechos. ¡ÁNIMO!