¿Qué tal un foro permanente de análisis y discusión
sobre temas polémicos?
“Me parece que cuando abres la puerta
hacia la transparencia, mucha gente te seguirá”
Kristen Gilliband
En estos tiempos de las redes sociales vivimos en forma muy acelerada. Recibimos cantidades impresionantes de información por varias fuentes, muy difíciles de asimilar para entender todo a cabalidad. Cuando un asunto que consideramos importante nos llega, al día siguiente puede dejar de serlo para dar paso a otro tema. Sin embargo, hay hechos que, por su gravedad, permanecen por más tiempo, sobre todo si no hay una respuesta satisfactoria.
En esa misma lógica, las estructuras partidistas tampoco tienen la capacidad de procesar, como antaño, la toma de decisiones de manera rápida, ágil y lo más adecuada a las circunstancias que se les presentan. Imagínense que, por estatutos, se requiera convocar a una asamblea o consejo nacional por un asunto que necesite ser analizado, discutido aprobado o rechazado en cuestión de días. Precisamente por esto existen estructuras más pequeñas, representativas de los militantes, con las cuales se puede contar pronto en caso de urgencia. El problema estriba en que muchas decisiones que implican cambios a nivel nacional se deciden por grupos reducidos que no toma en cuenta el parecer de los militantes en su complejidad. A esto se le ha llamado los “acuerdos cupulares”. En estricto sentido son legal y estatutariamente legítimos, pero moralmente dejan a los militantes con un dejo de desprecio y lejanía, sin poder entender a cabalidad el por qué se toman z ó y decisiones. Y, recordemos, quienes tenemos que defender en la calle las decisiones tomadas en las cúpulas, somos los militantes.
El caso más reciente es la iniciativa de ley que seis grupos parlamentarios en la Cámara de Diputados están impulsando para modificar atribuciones del Tribunal Federal Electoral. Aceptando sin conceder, como dicen los abogados, que dichas propuestas de reforma sean correctas para las cúpulas que las propusieron, los militantes de a pie nos quedamos con todas las interrogantes y malos entendidos que son difíciles de aceptar y mucho menos defender. Es absolutamente incomprensible que en plena carrera presidencial hacia el 2024 los partidos integrantes de la coalición Va por México busquen este tipo de reformas, cuando solo hace unos meses millones de mexicanos salimos a las calles a exigir que “el INE no se toca”. No se habló entonces del TRIFE porque no estaba siendo atacado, pero dicha exigencia implicaba no tocar ningún órgano custodio de la democracia. ¡Que alguien me explique!
En conclusión, si ya contamos con las redes sociales, si buscamos partidos que representen más a los ciudadanos y militantes que a sus dirigentes, al tenor de “tanta militancia como sea posible y tanta dirigencia como sea necesaria”, habremos de pensar diferente, proponer instancias de discusión, análisis y toma de decisiones innovadoras, más horizontales que verticales. ¿Qué tal si el PAN, abriera formalmente foros de discusión y análisis, en temas que lo ameriten, en donde gente experta, interesada, con conocimiento de causa, pudiera expresar sus puntos de vista? Personas que no son ni legisladores, ni consejeros, ni miembros de ningún órgano decisorio, ni con un cargo público, pero que saben del tema y pudieran aportar valiosos puntos de vista. Foros virtuales, con temas claramente definidos, con objetivos muy precisos, con reglas claras, con tiempos perentorios. Darle voz al militante y al ciudadano, para que perciban a un PAN que los escucha, que los representa, que los toma en cuenta. Un PAN abierto a la crítica constructiva, a la confrontación inteligente de ideas, a estar en disposición de modificar decisiones si los argumentos convencen, si son contundentes.
Hago una propuesta concreta: Que el CEN panista, así como los grupos parlamentarios del PAN en las Cámaras de Diputados y Senadores, abran este tipo de espacios virtuales cuando se presenten temas polémicos. Un foro donde las dirigencias fijen su postura sobre tal problema y abran el debate a militantes y ciudadanos que puedan dar su opinión en un formato acotado, bien pensado, a fin de sacar el mayor de los provechos. ¿Se imaginan la legitimidad que obtendría una decisión sobre un tema nacional que involucre las opiniones de miles de personas informadas y con deseos de ser tomados en cuenta? Estamos en el siglo XXI. Pensemos diferente. Pensemos disruptivo.